34. Quieres que te desee (II)

63 10 0
                                    


Wakasa se quedó petrificado en su lugar mientras Mitsuki desaparecía en su habitación. Todavía sorprendido y un poco confundido con las recientes revelaciones, dio un sorbo más a la cerveza que sostenía y decidió que la terminaría en su habitación, así que fue hacia el elevador y lo llamó.

Fue directo a sentarse a la cama, para entonces la lata ya estaba a la mitad. Su teléfono sonó.

-¿Qué pasa, Takeomi?

-Waka, ¿dónde estás, terminó tu cita?

-No, estoy en Rakuen no Hibi. Me quedaré aquí hasta que amanezca -Takeomi enmudeció-. No es lo que sea que estés pensando, estoy solo en una habitación.

-Qué...inesperado... -tartamudea al fin Takeomi- Supongo que...hablaremos mañana entonces...

-Sí- y colgaron.

Pero Wakasa permanecería en el mismo sitio con una pregunta repitiéndose una y otra vez: ¿por qué ella soportaría esa vida? ¿Qué la mantiene junto a Kaoru?

En ese momento, el reloj marcaba las 3:08 de la mañana del sábado y Wakasa comenzó a sentirse exhausto. Bebió lo que quedaba de la lata y la arrojó hacia el cesto de basura. Se quitó el saco, los zapatos, se acomodó en la cama sin deshacerla y apagó las luces.

No fue consciente de en qué momento se quedó dormido ni mucho menos de lo que sucedió después.

A través de una pared falsa en el armario, Mitsuki entró a la habitación iluminada apenas por la luz que dejaban entrar las cortinas que no estaban cerradas. Ya acostumbrada a la oscuridad, no tuvo problemas en llegar con pasos ligeros hasta los pies de la cama donde Wakasa yacía inconsciente debido a la cerveza adulterada.

Observó su silueta un par de minutos y luego caminó hasta el espacio libre en la cama y se acomodó ahí. Estaba cansada, sin duda tenía sueño y quería saber si le era posible dormir junto a aquél hombre que, al menos en ese momento, parecía inofensivo.

Cerró los ojos por unos segundos y comenzó a contar mentalmente: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...

Normalmente se quedaba dormida entre el treinta y el cuarenta pero esta vez llegó hasta el sesenta sin que el sueño se hiciera presente. Suspiró frustrada y se incorporó, volviendo a mirar a Wakasa. En el cuarto sólo podía escucharse el susurro de su respiración acompasada.

-Yui tiene razón, esto será más difícil de lo que pensé -susurró.

Con el paso de los años, Mitsuki ha perdido la cuenta de los hombres que, como Sanzu y Wakasa, han dormido en esa habitación y han bebido el alcohol adulterado que ella les ofreció. Sin embargo, no deja de sorprenderle cuán tontos son al bajar así la guardia, demostrándole uno tras otro que, sin importar lo diferentes que puedan parecer por fuera, en el fondo eran los mismos. A pesar de que no era su intención acabar con ellos, siempre cruzaba por su mente ese pensamiento de "Podría hacerlo si quisiera".

Pero no con Wakasa.

No sabía si se debía a que por años, sólo Yuichiro le había proporcionado compañía y consuelo en los momentos difíciles o a que la plática anterior la había dejado sensible, pero ahora se sentía un poco más cómoda con su presencia, aunque no lo suficiente como para recostarse junto a él cuando estuviera consciente.

Después de las contadas veces en que había sentido su tacto, quería un poco más, así que sin dudarlo, se colocó sobre él, apoyando su peso en rodillas y manos mientras recorría con paciencia sus facciones, intentando crear un recuerdo fiel de su cara. Luego se acercó hasta sentir el aliento de Wakasa rozar sus labios, lo que la hizo titubear, pero Mitsuki no era cobarde, así que al final lo besó.

Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora