El ala derecha

Unico

Después de la muerte de Roger, Rayleigh había llorado, había reído, había sufrido muchísimo. Pero al final de cada llanto había una sonrisa. Por que supo, Rayleigh sabía que Roger había vivido como él había querido.

Roger, el rey de los piratas había vivido como un hombre libre.

Rayleigh-san, ¿vas a salir otra vez?— Shakky lo miraba con un cigarro en las manos. Rayleigh ya tenía el pelo cano, y se veía mas mayor, claramente habían pasado 20 años, la edad lo consumía poco a poco.

Si, solo un momento— Shakky le sonrió y lo despidió con la mano.

En realidad Rayleigh se iba a despejar de todo. Pensaba en su mejor amigo y capitán, en la tripulación, claro era un hombre libre, no siempre pensaba en eso.

Pensaba en la joven promesa que entró y había salido a los mares nuevamente después de dos años.

Esperaba que estuviese bien, pero algo le decía que lo estaría.

En una ocasión. Rayleigh estaba sentado en la barra. Bebiendo. Casi nadie entraba al bar, a decir verdad era raro, siempre estaba tranquilo mayormente.

Pero al parecer este día no era si.

Bienvenido— Shakky ni si quiera lo había volteado a ver. Rayleigh no podía estar menos interesado a decir verdad.

Pero cuando Shakky tiró su cigarro. Rayleigh volteo de reojo.
Su alma se fue de su cuerpo.

Me da dos platos de comida y una cerveza.. bueno dos— ¿Acaso estaba demente? ¿La edad le estaba jugando bromas? Rayleigh no se creía nada.

Shakky, miró a Rayleigh pero asintió. Pronto había comida frente a el hombre. Agradeció y empezó.

Roger— El nombrado volteo a Rayleigh y sonrió. Rayleigh no podía creerlo, se veía igual de joven que la última vez que lo vio. Tal vez era un tipo de trampa.

Pero su presencia se sentía igual a la de su mejor amigo y capitán.

Ten, come— le dio el otro plato de comida. Rayleigh lo miro comer. Suspiró, no se sentía bien.

Ah pasado mucho tiempo ¿no?— Rayleigh lo miro, el hombre lo miro con una sonrisa. El sintió tanta nostalgia al verla.

¿No vas a comer?— Rayleigh le acercó el plato. Roger, bueno, el hombre siguió comiendo mientras hacía el intento de hablar con el de pelo cano.

¿Quien eres?— Shakky miraba todo desde lejos sin querer meterse mucho con ambos hombres.

¿Quien soy? ¿No me reconoces? Te has vuelto viejo Rayleigh— El mencionado se ofendió un poco. Su voz sonaba igual. Todo de él estaba igual, llevaba una camisa rosa desabrochada y unos pantalones naranjas. Rayleigh estaba estupefacto.

Pero supongo que después de 20 años todos lo han echo ¿no?— Su voz se hizo más melancólica. Rayleigh aún estaba en shock. Pronto el de camisa rosa puso una sonrisa y se acercó a Rayleigh dándole palmaditas en la espalda.

Me alegro que estes bien, sabes, tuve un hijo, tenía 20 años, se llamaba Ace, ¡era un muchacho muy testarudo! Siempre lo mire, aunque él no me quisiera tanto, lo amé desde el momento en que lo vi, ahora está conmigo, aunque me ignora y no quiere hablar conmigo, esta bien.. sigo siendo su padre ¡está idéntico a mi!— Roger hablaba emocionado. Rayleigh solo miraba sus expresiones. Recordando y encajando algunas piezas.

¿Como...?— Roger lo miro y sonrió.

Quería contarte, jamás lo hice por querer protegerlo, al final nunca lo hice pero.. me viera gustado que lo conocieras, que conocieras a Rouge, ah~ Rayleigh mi vida fue genial, gracias a ti, y a mis compañeros, viví como quise, tu me ayudaste en eso amigo mío— Roger río. Y abrazó a Rayleigh a punto de levantarlo de su asiento sacudiéndolo.

¡¿Bajaste de peso?! Rayleigh la edad te consume— Rayleigh esta vez río en alto. Abrazando igualmente a su compañero, no le importó si estaba borracho, o loco, Roger lo estaba abrazando.

Roger le contó mucho. Aunque mayormente eran recuerdos, que hicieron reír a Rayleigh, hijo, en cambio Rayleigh le contó sobre luffy, Roger se vio emocionado.
Pero no le demostró importancia, Rayleigh entendió, que este hombre estaba echo de recuerdos.

Tomaron, tomaron hasta no poder levantarse. Bailaron, cantaron, rieron a más no poder.

Rayleigh fue feliz, se sintió increíblemente feliz. Pero a la mañana siguiente Roger ya no estaba. Pero Rayleigh aún estaba contento, su buen amigo, había venido a verlo, había venido a contarle cosas, a reír, a llorar y a bailar con el.

No había mejor regalo que ese.