Empezé a sollozar lentamente mientras pequeñas lágrimas resbalaban por mis mejillas.
-Hey, Mía, ya verás que estarás más animada en unos días, solo mantén la calma. ¿Está bien?- Dijo el doctor Josh mientras me daba pequeñas palmadas en los hombros.
-Sí- Dije fríamente mientras miraba hacia la nada por la ventana del pequeño hospital.
"No tienes a nadie. Estas completamente sola."
Ya era una maldita costumbre escuchar voces en mi cabeza hasta que llegó al punto de que me parecía lo más normal que le puede pasar a una chica de diecisiete años.
-Mía, vino a visitarte Allison- Dijo una enfermera mientras habría la puerta y dejaba ver a una chica cubierta de manchas negras en los ojos debido a su maquillaje corrido.
-No puedo creer que te vayas- Me dijo mientras corría a abrazarme, mientras tanto la enfermera nos dejaba a solas.-No, todavía no es tiempo- sollozaba y se absorbía la nariz.
-Te voy a extrañar-dije mientras la abrazaba-No se que haré allá afuera. ¿Qué pasa si pierdo el control?-comenzé a sollozar de nuevo.
-Solo tienes que contar hasta diez.-dijo ella tranquilamente mientras me limpiaba las lágrimas maternalmente.
-Allison, tienes que salir ya-dijo el doctor mientras abría la puerta.
Mientras tanto Allison me daba un último abrazo y salía corriendo por la puerta y el doctor la cerraba lentamente y yo me le quedaba viendo muy tristemente.
"Ambas sabemos como odia las despedidas, Mía." "Solo déjala ir, Mía."
-Oh, vamos.¿Porqué no se callan de una vez?-murmuré irritada mientras me masajeaba las sienes.
"Tranquila chica, solo tratamos de ayudarte."
"Ya déjala en paz, Carrie"
"Oh por dios. ¿Enserio?, ya deja de protegerla tanto, Megan"
"Oh, cállate, déjame en paz."
-¡Solo váyanse!- grité furiosa mientras el doctor Josh abría la puerta.
-¿Estás bien, Mía?- dijo mientras me miraba preocupado.- Ya puedes salir.
Nunca, pero nunca a nadie en mi vida le había contado a alguien sobre las voces en mi cabeza, bueno a excepción de Allison, después de la muerte de mi hermano, éstas siempre me carcomen y llegan a un punto en el que no las soporto.
-Nunca había estado mejor- murmuré mientras agarraba mi maleta y le echaba un último vistazo a mi habitación, y salí por la puerta mientras el doctor la cerraba tras el.
Suspiré y tras cerrar la puerta de entrada de el psiquiátrico, o más bien manicomio diría yo, era ahí donde empezaba una supuesta "diferente" vida o tal vez una nueva historia.