Capítulo 49.|Amnesia.

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Aaron.

No soy fan de los poemas y mucho menos de las frases de motivación, pero estoy de acuerdo con que la vida puede cambiar en un segundo. Lo que hoy se cree cierto, mañana tal vez no lo sea, y es frustrante darte cuenta que las mentiras son más abundantes que la misma verdad, y que es posible que muchas de ellas nunca la lleguemos a saber.

Mi mamá solía darme estas motivaciones y era de la única que las aceptaba. Incluso, hay una de ellas que no se me olvida aunque pase el tiempo.

"En algún momento de tu vida te darás cuenta que hay un rol para cada persona que conoces. Unos serán una prueba, otros te usarán, otros te mentirán de la manera más cruel para sacar de ti eso que desean, otros te van a querer como eres o te odiarán por la misma razón, otros te mostrarán que si vale la pena confiar, pero una parte te enseñará a que no debes hacerlo nunca. Al final del camino, de todos aprenderás algo, ya sea bueno o malo, y sabras cómo protegerte en este mundo en el que nada es lo que parece."

Hoy le doy la razón a aquello, mi madre era una sabia.

La neblina que me envuelve la cabeza empieza a despejarse y mis sentidos logran volver en sí tratando de entender que carajos pasó. Intento moverme pero mi cuerpo no responde, y me encuentro desesperado por sentir al menos alguna parte de mi cuerpo activa.

Intento abrir los ojos pero estos no lo hacen y me desespero. Nunca había estado en un estado como este.

Me sentía pesado, como si un muro gigante hubiera colapsado contra mí y me hubiera partido en dos. No lograba ver, ni abrir los ojos, y el cuerpo me dolía, me dolía a cantidades extremas. Intento concentrarme y no perder la poca paciencia que pueda yo tener en alguna parte de mi consciencia, y respiro con tranquilidad para concentrarme y poder conectar mi mente con mi cuerpo.

Y así lo hice, hasta que logré mover primero mis dedos que se sentían encogidos, uno tras otro, incluso, escuché el crujir de ellos con tanta fuerza que me molestó el ruido. Así despacio sigo moviendo los dedos de mi otra mano y el brazo va aflojando sus músculos para darle paso a mis movimientos. Luego las piernas y por último el tórax.

Finalmente abrí los ojos.

La luz de la habitación se encuentra apagada pero un rayo de sol entra violentamente por la ventana ocasionándome un fuerte dolor de cabeza. Vuelvo a cerrar y abrir los ojos para acostumbrarme a la realidad y mi ceño se frunce al no reconocer la habitación.

¿Dónde carajos estoy?

Me encuentro como en una especie de trance, porque muevo mis ojos de una esquina a otra intentando ver si encuentro algo que conozca. El techo es de madera y una lámpara enorme acapara todo el centro. Las paredes que me rodean tienen vigas de madera de un extremo al otro y una enorme cortina roja rodea lo que supongo es la puerta. Veo cuadros que cuelgan de las paredes y una foto en específica que se encuentra cerca de un librero me hace perder la respiración.

¿Esa es Sydney?

Me incorporo de golpe y un fuerte ruido me aturde el oído, como un pitido que no se calla y tengo que cerrar los ojos de golpe para aminorar el dolor. Un gemido de dolor sale de mi boca y a los pocos segundos el dolor se va, no por completo pero ya no molesta demasiado. Así que vuelvo a abrir los ojos y me entra el pánico al ver la escena que se desenvuelve ante mis ojos.

Sydney acostada a mi lado mientras una de sus manos se oculta bajo las sábanas. Sigo la mano de ella y casi grito alarmado cuando me veo desnudo sobre su cama y con su mano sobre mi miembro.

Mi cuerpo inmediatamente se dispara y me pongo de pie de la cama con el miedo instalado en mis ojos. Me envuelvo rápidamente con la sabana e intento analizar que diablos pasó aquí, pero nada, mi cabeza no reacciona, no me permite buscar algún recuerdo de lo que ocurrió. Y aunque puede ser muy claro lo que pasó, no voy a aceptarlo.

Mi Liberación #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora