En un lugar de los sueños se hayan los dueños.
Dulce partida, como amarga verdad. Eso es lo que Elrond piensa en breves ocasiones. La prematura despedida entre él y Celebrían le trajo una tormenta en su corazón, mientras guarda silencio hasta que un...
Tan albor como la nieve. "Digna señora de Imladris."
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Una historia de amor inconclusa. "Una historia de amor en pausa por el dolor."
¿Qué fue de la Blanca Dama? Solo un elfo solitario piensa en ella durante su larga ausencia. Todo se esfumó cuando Arien dio a Arda la luz de Laurelin. Una amada dama que ya no está a su lado, en esa tierra amarga y manchada. "-Un día su sonrisa traerá calma a mi desdichado corazón." Su nombre era Celebrían. Una amada elfina, digna de canciones y poemas de la gran primera edad. Una princesa elfina de gran belleza, amor y sabiduría para compartir con los que aun permanecían en el destierro.
Noches de gran dolor, silencio y ausencia, una vez más invitan a Elrond a soñar con el lejano Oeste, allende de la Tierra Media y su hado maldito. Pero aun quedaba algo. Un amor que lo cuida y lo retiene en sus estancias, un amor que le duele y lo revive como un veneno encantado. Su peor y más bella prisión, su estadía, en su hogar. "-Mi doncella de sueños." "-Mi señor que sueña." Una voz que lo trajo a la vida, lejos de los sueños silenciosos.
No hay tiempo que perder. "Porque ella me espera."
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Un sueño más cerca a la realidad. "¿Te veré de nuevo, mi amada Celebrían?"
