Una salida.

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...Su mirada fría me observaba con dureza. Pero no eran mis ojos lo que observaban, sino que su mirada se extendía mucho mas allá de ellos, mas profundo.

Se alimentaba de mis sueños, deseos y esperanzas. De todos mis sentimientos y secretos. De mi alma.

Mi alma, hace rato ya que la había perdido, pero no del todo. Ahora ya no estaba muy segura de poder conservarla otra vez. Ya no estaba segura de si al menos conseguiría pedir clemencia para sobrevivir.

Su mirada siempre estaba fija en la mía. Nunca, por nada que pasara a nuestro alrededor, se apartaba. Y era eso lo que me producía temor.

Ah, vaya sentimiento, Temor. Existen distintas clases de temor, pero yo nunca había experimentado uno tan crudo, cruel y duro como esa vez. Perforando mi cuerpo poco a poco, cerrando mi garganta hasta casi no poder respirar, volviendo mi mente una tormenta imparable que arrasa con todo cuanto toca.

Nunca decía nada, simplemente estaba allí, mirándome casi sin pestañar y sin decir nada. Pero yo sabía que ahora eso se rompería. Que había llegado la hora y que no se quedaría atrás.

-Tanto tiempo, ¿verdad?- Había dicho con una sonrisa que me produjo los mas horribles escalofríos.

-Pensé que te tardarías mas tiempo. Aun no estoy lista- Le había respondido yo.

Aunque me esforzaba por hacer que mi voz saliera dura e insensible, se podía percibir el temblor en mis labios. Porque yo lo notaba, y ella lo sabía.

-Solo pasaba a saludar ¿También está mal que visite a una vieja amiga?

-Lo tienes prohibido, lo sabes. Y nunca fuimos amigas, tu solo te metiste en mi vida sin pedir permiso.- Estaba comenzando a desesperarme.- ¡ME QUITASTE TODO!

Sentía las lagrimas arder en mis ojos, advirtiéndome que si no me controlaba, corrían el riesgo de caer por mi rostro, mostrándome vulnerable. Y no podía ser vulnerable frente a ella, eso sería marcar mi derrota.

-Como si hubieras tenido demasiado, solo un par de amigos falsos y unos cuantos billetes. Tranquilízate, ya volverás a recuperarlo.- Su voz siempre se mantenía en el mismo tono frio y sarcástico. Burlándose de mi.

-Como si pudiera hacerlo, pero gracias a ti ya no me queda nada. Me quitaste todo lo que tenia y te ocupaste de romper todas las posibilidades de comenzar una nueva vida. ¡ERES UN MONSTRUO!

Ella sonrió y mi cuerpo tembló aun más.

-Así me has llamado varias veces, y ¿sabes qué? Tal vez tengas razón. Soy un monstruo, te quite a tu familia, tus amigos, tu dinero, todo aquello que valorabas lo hice desaparecer. ¿Pero sabes que es aun más terrible que todo eso? - Se acerco a mi oído susurrante y pude sentir su fuerte perfume caro mezclado con sangre. Sentí arcadas.- Que tú me lo permitiste.

No pude responder. Tenía razón y era por lo que más me culpaba. Yo la había dejado entrar, sin prever la consecuencias. Todo esto era mi culpa y ya no lo podía remediar.

La sentí a mi lado, mas cerca que nunca.

-Pero, esta vez vengo para ofrecerte... una salida. Veras, me debes mucho y ni aunque vendieras lo poco que queda de tu alma, alcanzaría para pagar tu deuda. Así que estoy aquí para hacer un trato. No te costara mucho, un solo acto y te libraras de mí. Por siempre.

Esto era nuevo, su voz se había suavizado y vuelto más susurrante. Sus palabras me sorprendieron tanto que por un momento creí sentir alivio. Pero luego, todo a mi alrededor se derrumbo aun mas. No podía estar pidiéndome eso, no podía dárselo.

Mi pecho subía y bajaba por la desesperación, sentía mi rostro palidecer cada vez mas y no estaba segura si podría seguir conteniendo las lagrimas.

-Tu... Me niego, no puedes pedirme semejante cosa. Ya lo tienes todo, una cosa mas no serviría de nada.- Mi voz temblaba y ya no intentaba ocultarlo. Estaba Aterrada.

-Exacto, no cambiaria mucho y en verdad no vale tanto como quisiera, pero tengo gran interés en ella y sabes que siempre consigo lo que quiero.

Trague en seco e intente controlar mi cuerpo que temblaba como las hojas del otoño con una pequeña brisa.

-¿Cuando?

-Ahora.

Mi ojos se abrieron llenos de terror, y no lo soporte más. Deje de resistirme y simplemente libere todas aquellas lágrimas que tanto tiempo venia resistiendo. Me quebré delante de ella, marcando mi fin. Mi condena.

-Oh vamos, será rápido. No deberías estar así, deberías agradecerme. Te estoy haciendo un gran favor ¡Y gratis!

-¡ERES UNA MANIATICA! NUNCA DEBI CONFIAR EN TI, ME PROMETISTE QUE NO LO HARIAS, ¡¡LO JURASTE!!- Mi voz estaba descontrolada, toda yo estaba de ese modo. Por mi rostro, ríos interminables se extendían cada vez más lejos, cayendo en precipicio por mi barbilla.

-Mira malcriada, lo hare porque tú me diste el derecho en el momento justo en que me dejaste entrar. Ahora es mía, y no puedes hacer nada para impedirlo.- Su voz cortante y agresiva, ya no era dulce y susurrante como la primera vez que la conocí.

Saco un arma del interior de su chaqueta de cuero negro y comenzó a jugar con el, lanzándolo hacia arriba y tomándolo en el momento justo antes de que caiga al suelo. El metal brillaba en la oscuridad y yo sabía que ya no tenía ninguna escapatoria.

-Me oirán gritar, vendrán a ver qué sucede. Te encarcelaran por esto.

-Por favor, como si alguien estuviera al tanto de ti como para preocuparse. Ahora, espero que tengas tus últimas palabras preparadas.

Tomo en arma con una mano, se coloco a mi lado y apunto a mi sien.

El metal se sentía helado contra mi piel e hizo que se erizaba, pero ya no tenía miedo, ya no estaba aterrada. Ya no sentía nada.

Seque de un manotazo las lagrimas de mis mejillas y me tense.

Mi mandíbula estaba dura, pero aun así me las apañe para pronunciar:

-Te veré en el infierno.

-Así será cariño- Me respondió con una gran sonrisa.

Y entonces.

Dispare.

Tishy5808.

Los relatos de mis lágrimas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora