Los Hijos de Anfield: El Legado (#2) [Completa ✔️]

Capitulo 30

Una boda y un funeral

Las palabras de Robert martillaban en mi cabeza. Él tenía razón, nada de esto hubiera pasado si yo no hubiera descubierto quién era; había expuesto a los Hijos de Anfield, el peligro que me rodeaba y a los demás, a los míos. Pensaba todo esto cuando corría por el pasillo para ver a Thomas. En la habitación estaban Michael y el padre de Thomas. Cuando nuestros ojos se cruzaron me di cuenta que amaba a ese hombre, pensé en cuanto lo detestaba un año atrás, apenas toleraba su presencia, pero él había sanado mi corazón roto, eso era cierto sobre Thomas Robert Mikaelson, sabía sanar a las personas. Su madre duró lo más que pudo gracias a él, yo había sanado y Michael seguía vivo gracias a él. Pero amar no implica siempre estar con esa persona, si no, saber cuándo decir adiós. Y si diciendo adiós él estaría a salvo, tenía que hacerlo. Lo haría.

-¿Dónde diablos estabas? .- Dijo observandome, el dolor en su rostro era evidente y la morfina no ayudaba mucho. No conteste de inmediato, tenía un nudo en la garganta que hizo que tragara saliva.

-¿Dónde diablos has estado tú? .- Camine ignorando la mirada inquisidora de Robert, me senté a su lado y tomé su mano buena, donde no había dedos rotos. Las lágrimas amenazaban con salir de mi rostro, pero no le daría la satisfacción a Robert de verme llorar, o de mi despedida.

-Creo que deberíamos encender el televisor.- Robert observaba su teléfono, con el ceño levemente fruncido, en ese gesto Thomas se parecía mucho a él. Michael tomó el control y busco el canal de noticias.

Ante nosotros estaban las imágenes de un funeral, con la leyenda GRAN MAGNATE MUERTO, FUNERAL EN VIVO Y DIRECTO. Las imágenes pasaban a demasiada gente vestida de negro, algunos llorando, otro con lentes obscuros, otros con ramos de flores de todos los tamaños y colores y lo que mas llamo mi atencion fue ver a su hijo. Christian Danvers estaba esposado, con dos policias a cada lado vestido de negro, la mirada agachada, con los ojos rojos y varios golpes en el rostro Esa actuación no la tenía ni la rosa de guadalupe, la señorita de la televisión hablaba sobre las aportaciones del padre a la ciudad, una pequeña biografía de él y el final que su hijo tendría. Me impresionó la cantidad de gente que había ido a su funeral, como si fuera un santo, o la reina de Inglaterra. Había muchos periodistas alrededor, incluso gente curiosa viendo cómo enterraban al magnate más poderoso de la ciudad. Las imágenes mostraban una zona privada en el cementerio, donde enterrarian a Christopher Danves III, una iglesia de fondo y el cementerio en todo su esplendor.

Michael pasaba el dedo por su labio, así se parecía mucho a Thomas, Robert texteaba en su teléfono y Thomas intentaba observar la pantalla pero lo morado e hinchado de su ojo junto a la morfina se lo impedía.

-Quita eso.- Dijo Thomas después de un rato. El me miraba directamente a mi.- Pueden dejarnos solos por favor.- Michael camino a la salida, espero a que Robert lo siguiera, Robert me miró por un momento, ambos sabíamos lo que significaba, desvie la mirada hacia cualquier otro punto de la habitación y ambos se retiraron. Una vez solos me permití llorar en silencio.

-No sabía que te preocupabas tanto por mi.- Rompió el silencio con su voz llena de humor y egocentrismo.

-Solo se metió una basurita al ojo.- Intenté sonreír pero no duró mucho.- Me preocupé mucho Tommy, creí que...- No pude terminar la frase.

-No te desharas de mi facilmente.- Ese era el Thomas que conocía; seguro, idiota e imponente.

-¿Qué pasó? .- Dije sorbiendo la nariz poco femenina. Una risa divertida salió de su garganta, junto a una mueca de dolor.

-Íbamos en el auto, fuimos emboscados en la Avenida Eastwood, dos camionetas negras nos acorralaron...- Frunció el ceño, intentando recordar.- Luego estábamos en un almacén, Aemon no estaba ahí, lo habían dejado en la camioneta. Estaba uno de los matones de Christian conmigo y...- Tragó saliva.- Ellos hicieron esto.- Tape mi boca para ahogar un grito, el orgullo de Thomas había sido herido, giró la cabeza, quiso evitar mirarme.