●○Qᴜᴇ ᴇʟ ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ Qᴜᴇᴅᴇ ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ○● Unicorn Wars

2 ☆ - Un poco del pasado

POV Sargento Caricias
Madre mía, allí estaba el padre.
He estado pensando todo el camino mientras me dirijia a la zona de entreno, una zona grande con obstaculos y un suelo duro que hace daño a cualquiera que se cae en el. He pensado en él, en el pasado...
-Padre!
Estaba bastante lejos, pero volteó hacia mi, me gusta ver su hermoso pelaje y sus gafas redondas, mejor si tiene esa sonrisa suya. Es bonito, para que negarlo, ojalá poder hacercarme a el y tomarle la mano asi como si nada, pero ya no puedo hacer eso, ya no estamos en el pasado, ahora seria raro.

Mientras mis almunos, si se les puede llamar asi, entrenan, Padre y yo nos miramos a veces y se me escapan palabras cortas las cuales son respondidas amablemente por él.
Agradezco verle cada dia, aunque es mi obligacion, lo disfruto.
Si tan solo fuera como antes, los dos sabemos que ya no es lo mismo...

AÑOS ATRAS
El dia iniciaba, el sargento, o como lo llamaban todos en esos tiempos, César, se frotaba levemente los ojos para seguitamente revisar el otro lado de la cama. Lavanda, en el futuro conocido como padre, estaba ahí, justo donde cayó dormido la noche anterior. César se acercó a Lavanda dandole un suave beso el la nariz mientras acto seguido se acurrucaba en sus brazos quedando asi en un abrazo.

Aproximadamente media hora después, los dos osos ya se levantaron de la cama. No porque quisieran, si no poque debian hacerlo, su horario de entrenamiento y aprendizaje era muy estricto.
Una vez vestidos y desayunados, los ositos marcharon hacia fuera de la pequeña casa donde dormian por parejas para dar rumbo a el area de pruebas.
Lavanda no estaba contento por estar ahí pero con tal solo ver a César, una sonrisa se dibujaba en su rostro. Si eran pareja, una hermosa pareja por cierto. Aunque no mucha gente lo sabia, a esos dos les daba igual lo que pensaran los demas sobre ellos, solo querian amarse.
El dia transcurrió rapido, en un abrir y cerrar de ojos ya esa por la tarde. César y Lavanda aprovecharon la hora de la merienda para escaparse juntos a alguna parte desolada, no sin antes tomarse de la mano.

Acabron en una pequeña colina llena de vegetación, estaba muy apartada de el campaneto por lo cual no deberían preocuparse por si alguien los ve.
César empezo a hundir su cabeza en el cuello del contario mientras este le acariciaba la cabeza para que siguiera.
Los besos no tardaron en llegar, algunos en la boca y otros juguetones por la zona del cuello. Se susurraron lo mucho que se amaban al oido mientras sonreían felices.
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