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No me gusta tener que perder mi tiempo en cosas que no sean estar con Niebla. Pero Ruggero ya me hizo caer en cuenta de que estoy a punto de perder el semestre así que aquí estoy...

No presté atención a ninguna de las clases si soy sincera, lo único que hice fue revisar los mensajes de Sofía y pedirle que no se le ocurra dejar a Niebla solo.

Fue su culpa después de todo.

Y sé que no debería ser rencorosa pero es que me resulta inevitable. Mi bebé casi se muere y fue culpa absoluta de Sofía.

Nadie le manda a estar hablando con el novio y olvidarse de que Niebla se podía salir.

Cierro la puerta con mi pie, Daniela que va saliendo de su habitación me sonríe y yo arqueo una ceja viendo el reloj en mi muñeca y después en la pared.

—¿Pero qué haces aquí a esta hora? ¿No fuiste a la universidad? Claro que fuiste, hasta saliste antes que yo.

—N-no si fui. —traga saliva.— Pero... Pero es que no tuve dos clases y me vine temprano.

Asiento sin creerle ni un poco.

Se puso rojisima y no deja de mirarme como si quisiera que me vaya lo más pronto posible.

—¿Y por qué estás así?

Ella se ríe nerviosa, arqueo una ceja mientras suspira y relame sus labios.

Bueno, es que no entiendo nada.

—Es que yo...

—Mi amor, encontré la...

—¡¿David?!

Daniela golpea su frente, David de inmediato se cubre y yo cierro los ojos.

—¡Vístete, idiota!

—Nadie te manda a llegar temprano. —se excusa y bufo.

—Vete a la mierda, vivo aquí, idiota. —le echo en cara.— Tú eres el que aparte de colado, se pasea desnudo por mi departamento.

—¿Qué haces aquí? —insiste Daniela.— Creí que te irías a ver a Niebla y quedarte con él. Hoy le dan de alta, ¿No?

—Si pero vine por mis pastillas para la infección. —explico escuchando que una puerta se cierra.— ¿Ya puedo abrir los ojos?

—Ya.

Abro los ojos comprobando que nos hemos quedado solos, Daniela rasca su nuca mientras suspira y camina sentándose en el sillón.

—Cierto, ¿Cómo estás con tu infección?

—Mucho mejor después de hacernos exámenes y comprobar que tanto malestar no era por un embarazo sino por una especie de envenenamiento por algo que ambos comimos. —me llevo las manos al vientre.— Yo ya hasta me estaba emocionado con un embarazo porque algunos dicen que al papá también le dan síntomas.

—Sí pero es imposible que síntomas como vomitar a diario todo el día sean de embarazo.

—Ya sé, por eso Ruggero me llevó a hacer esos exámenes y de paso se los hizo él. —se ríe.

Asiente.

Ya pasó, y yo estoy feliz ahora. Fin del cuento.

Ruggero y yo ya superamos absolutamente todos los síntomas, no creo que necesitemos algo más que terminar el tratamiento.

—Pero no te hagas la loca, ¿Qué pasa con David y tú? Bueno, la respuesta de por si ya es obvia pero quiero saber. —musito caminando a la cocina.— ¿Desde cuándo? ¿Qué pasó con Thalía?

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora