La mancha

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La oscuridad engulló el camión de la mudanza como si de una bestia se tratase.

Ángel miró cómo se alejaba y suspiró con una mezcla de sentimientos agolpándose en su pecho. Estaba nervioso —había esperado mucho por ese mismo momento—, pero también contento y, sin duda alguna, asustado.

Subió con esfuerzo las últimas cajas que quedaban, para su fastidio el ascensor no funcionaba y subir las cajas hasta el octavo piso no sería sencillo.

Finalmente lo logró, dejó la caja en el suelo y se recostó contra la pared, completamente agotado, mientras notaba como el sudor bajaba de forma desagradable por su espalda. Luchaba por respirar y escuchaba su propio corazón resonando con fuerza en los oídos, se frotó las manos, que estaban magulladas de cargar con las pesadas cajas.

Apenas pudo recomponerse antes de que su teléfono comenzase a sonar; sus amigos, sus padres y toda clase de conocidos le mensajeaban, solicitando fotos de la nueva casa. Ya les había dicho que las mandaría al día siguiente, con la luz del sol entrando por el balcón, pero insistían en que querían verlo en ese preciso instante.

De modo que comenzó a sacar fotos para contentarles, desde todos los ángulos posibles y en todas las habitaciones. Iba a guardar de nuevo el móvil para empezar a deshacer cajas cuando otro mensaje llamó su atención, "¿qué es esa mancha en la pared?", preguntaba su madre.

Miró extrañado el apartamento, no había visto ninguna mancha en ningún momento. Sin embargo, al revisar las fotos, estaba ahí. Junto al balcón, una enorme mancha marrón en la pared que no existía en la vida real. Probó a tomar otra foto y allí estaba de nuevo; cada vez que enfocaba ese punto concreto de la pared, la mancha aparecía como por arte de magia.

Respondió al mensaje para tranquilizar a su madre y volvió a encargarse de su mudanza, atribuyendo la mancha a algún reflejo de la luz sobre la cámara, sin percatarse de cómo crecía esta a sus espaldas.

Respondió al mensaje para tranquilizar a su madre y volvió a encargarse de su mudanza, atribuyendo la mancha a algún reflejo de la luz sobre la cámara, sin percatarse de cómo crecía esta a sus espaldas

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