Parte 4

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Sasuke

Tres años después...

Quiero estar así contigo cada día de mi vida

—Igual yo

—Cuando sea mayor de edad quiero casarme contigo.

Lo mismo te iba a decir... ¿Te quieres casar conmigo, Sasuke?

Claro que si, mil veces sí.

Esa pedida de matrimonio aún la tengo en mente, y es que ha pasado un tiempo. Y claro que no iba a negarme a esa petición por parte de mi Alfa, jamás iba a pensar en retractarme.

Falta una semana para nuestra boda, todo está marchando bien. Nuestra familia está muy unida, sobre todo mi mamá con Kushina. En un principio pensé que se odiarían, menos mal que no.

Lo que me inquieta de éste asunto es la luna de miel, no sé dónde mierda será y es lo que más me tiene intrigado. Quiero saber pero Naruto no colabora, no quiere decirme, dice que "sorpresa".

—Por eso las odio —murmuro, viendo mal a mi Alfa.

Él simplemente se ríe—Sasu, tu odias todo.

—No es verdad —alza una ceja, sonriendo —Mis lecturas no las odio, mucho menos mis mangas.

—¿Y lo demás?

Frunzo el ceño, lo podré a prueba a ver qué tan bien me conoce con el pasar de éstos tres años juntos.

—¿Qué es lo que más odio? Nombrame cada una de ellas.

Mira a algún lado, está pensando, responderá todo mal, lo conozco.

—No te gusta el hígado, la carne de cerdo, los chocolates muy empalagosos —enumera con sus dedos —¿Qué más...? Mmm... Odias el sol de medio día, cuando te interrumpen al hablar, ver un anime que no tenga segunda temporada... También odias el agua de avena sin leche, la comida fría... A Hinata, novelas que no estén terminadas y—se calla y mira sus dedos, me sonríe —A éste paso no me quedarán dedos para contar.

—Eres un idiota, ¿lo sabías?

—Si, desde que estamos juntos me lo repites a cada rato.

—Es bueno que te lo recuerde.

Él gira los ojos y niega sonriendo.

—¿Qué esperamos?

—Mi mamá mañana va a ir conmigo a la compra de mi atuendo matrimonial —me recuesto de la pared, abrazando mis piernas —Kushina se ofreció a llevarnos.

Naruto me las estira y se acuesta como si fuera una almohada. Toma mi mano y la coloca sobre su cabello.

—Házme cariñitos —susurra cerrando sus ojitos.

Sin decir nada, ruedo mis uñas no muy largas por su cuero cabelludo, le gusta que haga eso.

—Ah...—suspira —Este es un estado de la relajación.

—Tonto.

...

Salgo del vestidor de una de las tiendas más prestigiosas en hacer Kimonos caros, mi suegra me trajo.

Iba a oponerme, pero me dieron una mira de reproche y tuve que ceder.

Kushina me mira no muy convencida, con un dedo debajo de su mentón.

—¿Y? —hablo porque se ha quedado sin decir nada.

—No me gusta ese color, se ve blanco amarillento. —hace ademán—Siguiente.

Por Fin Te EncontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora