20. Asumir la responsabilidad

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Al despertar, cuando su vista pudo volver a enfocar lo que la rodeaba, lo primero que vio Akira fueron llamas. Y aquello le ayudó a revivir el fuego que se había extendido por el hotel; luego, el que habían envuelto el cuerpo de Niragi en su totalidad. Se incorporó lentamente, acariciando el suelo para darse cuenta de que no se encontraba en el hotel, sino recostada sobre la hierba. Tras sentir un dolor punzante, Akira no pudo más que llevarse la mano a la cabeza. Daba por hecho que ese último golpe había hecho que se desmayara, pero no entendía cómo había llegado hasta ahí. Apenas necesitó unos segundos para comprender que el fuego que se apreciaba a lo lejos era el mismo que se había extendido por el hotel. Ahora, había engullido por completo el resort paradisiaco que durante semanas había sido el refugio de tantos. En cuestión de unas horas, cuando las llamas terminaran por devorar todo a su paso y se extinguieran, La Playa no sería más que escombros y cenizas.

- Por fin despiertas.

Una voz relativamente cercana le hizo girar el rostro hacia su derecha, encontrándose con Chishiya sentado a un par de metros de distancia. Parecían estar solos.

- ¿Tú me has sacado de allí... para traerme hasta aquí? – le preguntó Akira, logrando que Chishiya, todavía con la vista clavada en el frente, asintiera. – ¿Por qué?

Tras unos segundos, el susodicho sacó la mano del bolsillo de su chaqueta para mostrarle la baraja de cartas por unos instantes antes de volver a guardarlas.

- Tenía que bajar de todas formas a por el diez de corazones.

Akira bufó ante su respuesta, negó con la cabeza y se acostó lentamente sobre la hierba. Estaba harta de contemplar el fuego.

- Eres horrible. – masculló. Chishiya tan solo elevó las comisuras de sus labios. Él estaba cómodo con el silencio, aunque Akira parecía haberse despertado con ganas de hablar. – Te he visto contemplar la parte final del juego desde la segunda planta. Siempre entre las sombras. Siempre analizando a la gente y sus acciones. Siempre con esa maldita mirada en tu cara, como si nada te importara.

- No me gusta inmiscuirme más de lo necesario. – comentó Chishiya con pasividad. – Pero esta vez he decidido innovar. Por eso te he traído conmigo. Y no ha sido fácil con un solo brazo.

Akira deslizó la vista hasta su antebrazo derecho, decorado ahora por un trozo de tela que rodeaba la zona con firmeza. Habría sido la solución de Chishiya para cortar la hemorragia causada por la bala que ella misma había disparado.

- ¿Te duele?

- Un poco.

- Me alegro. – contestó Akira, mordaz.

Pasaron unos pocos minutos más en silencio hasta que, sin previo aviso, Chishiya decidió ponerse en pie. Ya había esperado demasiado.

- Los supervivientes se han quedado a las afueras de La Playa, en la zona de escaleras donde aparcaban los coches. Ya no hay diferencia entre paramilitares y el resto. Puedes unirte a ellos, si quieres.

- No lo creo. – respondió Akira sin dudar. No tenía sentido quedarse con un puñado de desconocidos ahora que su único nexo de unión, que era La Playa, había desaparecido. Además, después de haber matado a tantos inocentes, tampoco le apetecía enfrentarse a sus miradas cargadas de reproche. – ¿Qué vas a hacer tú?

- Hay una farmacia a unos pocos kilómetros de aquí en la que dejé provisiones la última vez que salí a jugar. Y ahora que se ha acabado La Playa, un refugio con suministros suena bien por el momento. – contestó. – Podrías venir conmigo.

- ¿Qué te hace pensar que querría ir contigo?

- No lo sé. – replicó Chishiya. – Solo era una sugerencia. Puedes hacer lo que quieras.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora