23. Sin miedo

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Con solo quinientos puntos que la salvaran de morir atravesada por un láser, la pulsera inactiva y un ánimo de perros, Akira regresó hacia la base esperando reencontrarse con el resto de su equipo.

Parecía mentira cómo las cosas habían cambiado tan rápido, pero aunque un tanto suicida, debía reconocer que la estrategia del equipo del rey de tréboles había sido efectiva. Les había costado la vida de unos de sus miembros, pero que todos se abalanzaran a la vez hacia la base había hecho que Tatta solo pudiera detener a uno de ellos. Los otros cuatro se habían llevado más puntos de los que parecían ser capaces de ganar Akira y el resto para volver a igualar los resultados.

- Ni siquiera puedes defender la base como es debido. Maldito imbécil. – le soltó Niragi de mala gana, haciendo que Tatta se encogiera más sobre sí mismo. Puede que todos pensaran algo parecido, pero ninguno era tan duro ni directo como Niragi. – Eres una basura. Completamente inútil. Parece que los perdedores siempre serán perdedores.

A todos les había sentado mal el cambio de tornas, pero no era momento de ponerse a buscar culpables. Al final, habían infravalorado el juego y a sus rivales.

- Todavía nos queda una hora. Nos dividiremos para cubrir más terreno. – anunció Arisu tratando de sonar positivo. – Evitaremos las batallas e intentaremos encontrar el resto de los ítems.

En la teoría había estado bien, pero en la práctica, había sido un desastre. Akira no había encontrado ni un solo objeto y, aún encima, Goken había regresado a por ella y esta vez él había ganado la batalla. Cuando el grupo volvió a reunirse, descubrió que no había sido la única, sino que Arisu y Kuina también habían perdido puntos en las batallas al no poder escapar a tiempo. Y con tan solo treinta minutos restantes y una diferencia de puntos casi abismal, el ánimo empezó a decaer con rapidez.

- Todavía tenemos a Tatta con diez mil puntos. – recordó Kuina. – Si se empareja con Niragi, que es quien más puntos tiene, podrán ganar las batallas.

- ¡Y una mierda! Todos sabemos de quién es la culpa de que esto haya pasado. No hay ni un maldito trabajo que podamos confiarle a este perdedor. – le reprochó Niragi. Para ese entonces, los ojos de Tatta brillaban como si fuera capaz de echarse a llorar en cualquier momento. – Además, nos llevan una ventaja de doce mil puntos. Nunca los alcanzaremos batallando y ganando 500 míseros puntos cada vez.

Akira le prestó atención mientras hablaba pese a que Niragi llevara negándose a mirarla desde la última conversación que habían tenido. Lo notaba por cómo pasaba la vista de uno a otro ignorándola a ella deliberadamente.

Aunque el plan era separarse, Akira había seguido a Niragi tras dejar la base para sugerirle que no se alejaran demasiado el uno del otro. Así podrían avisarse si divisaban a algún rival y luchar juntos o, en su defecto, ayudar al otro a escapar si se encontraba en un apuro. Puede que no fuese demasiado útil, pero era mejor que nada.

No obstante, en cuanto giró la primera fila de contenedores, se encontró con Niragi apoyado en uno de ellos, tosiendo.

- ¿Te encuentras bien? – le preguntó. Niragi se incorporó al instante al descubrir que tenía compañía, mas en cuanto se giró hacia ella, Akira pudo observar con claridad lo que manchaba las vendas que rodeaban la mano con la que se había cubierto al toser. – ¿Eso es sangre?

- No es asunto tuyo. – respondió él, mordaz.

- Claro que es asunto mío. – insistió Akira, avanzando hacia él los mismos pasos que Niragi retrocedía, como si le asqueara tenerla cerca. – No es buena señal que tosas sangre. Puede ser algo muy grave, Niragi.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora