15- Por esto.

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Han pasado días y no he encontrado nada sobre Itzel. Ella sale de su colegio y va directo a sus clases de danza antes de dirigirse a su casa.

Itzel parece ser una chica normal, con nada de maldad en su interior. Tengo que dejar de seguirla y aceptar mi castigo. No voy a encontrar nada. Hoy se va a reunir con Diana antes de irse a su viaje. Luego, se ira por otra semana más y no voy a tener oportunidad de encontrar algo más. Es ahora o nunca.

Salgo de la escuela y me despido de Diana antes de dirigirme para mi casa. O bueno, eso cree ella. En realidad, la estoy siguiendo. Bueno, más bien a Itzel. Las sigo en mi bicicleta y veo como termino estando en la casa de Itzel. Ellas se reúnen en la casa de la chica a la que estoy siguiendo y empiezan a hablar. No llego a distinguir sobre qué, pero por sus ensambles calmos, deduzco que se están despidiendo ya que antes de irse, Diana le da un beso. Cuando se va, espero a ver si Itzel sale, pero al parecer no hace nada de lo que espero. Como lo supuse. Estos días ha estado haciendo exactamente lo mismo: llega y se queda dentro practicando lo que le enseñaron en las clases de danza.

Pero hoy es distinto.

Un hombre llega de la nada y pasa como si fuera su casa. Tiene una caja y supongo que por la forma en que no necesito tocar, debe ser el padre de Itzel. Nunca lo había visto por acá. Debió haber estado en la casa contigua a esta, donde trabaja. Una vez cerrada la puerta, salgo de mi escondite y me acerco lo más posible a la puerta para poder escuchar mejor la conversación.

—Itzel, ¿hiciste lo qué te pedí?

—Sí, ya está todo arreglado. Hoy no va a haber nadie en la casa y entonces ahí podremos actuar.

—Okey, gracias, hija. —veo por la perilla como le revuelve el pelo y se aleja.

¿De qué hablan? No creo que sea algo malo, ¿o sí? No puede ser. Itzel es una buena chica. Diana está muy enamorada de ella. No puedo matarla. No puedo hacerle esto a Diana. Lo mejor será que los siga y así comprobar que no es malvada.

Escucho pasos cercanos a la puerta en la que tengo la oreja apoyada y eso advierte mi huida. Me vuelvo a esconder detrás de unos arbustos y veo como Itzel sale y se sube en el auto para arrancar e irse. Yo, por mi parte, subo a la bicicleta y arranco detrás de ella. Me detengo en un almacén cerca de su casa y entro para saber que va a comprar. Mientras, agarro unas galletas ya que mi panza cruje pidiendo alimentos. Cuando me acerco a la caja para pagar, la veo hablando con la cajera.

—Sí, son para mi padre. Creo que está trabajando en un proyecto.

—Ahhh, okey. Entonces sería unas máscaras, sogas, limpiador de piso, trapos y pastillas para dormir, ¿no?

—Sí, ¿cuánto sería?

—Treinta dólares con noventa y nueve centavos. ¿Y usted, señorita? —dice, y veo que me está mirando. Ambas.

—Hola, Emily. Tanto tiempo. No te había visto desde mi fiesta. ¿Qué te trae por aquí? Que yo sepa, este almacén no está por tu barrio.

—Estaba paseando con mi bicicleta y terminé acá. Y me agarro hambre, así que por eso estoy aquí. —levanto mi mano con el paquete de galletas y se las alcanzo a la cajera.

—Cinco dólares.

—Gracias. —le doy el billete—. Bueno, fue un gusto, Itzel. Nos vemos luego. —salgo y me subo a la bicicleta y me pongo en marcha para su casa nuevamente.

Llego unos minutos antes que ella a su casa y observo que entra con la bolsa de compras. Supongo que esas cosas son para una fiesta de disfraces. Después de todo, Itzel es conocida por sus magníficas fiestas. Pasan horas y nada ocurre. Sigue sin salir. Por lo que decido irme a mi casa antes de que me descubran y llamar a Luca para decirle que no encontré nada. Pero antes de marcar, escucho el motor del auto volver a encenderse y me doy cuenta de que se acaban de ir.

¿Se fueron? ¿A esta hora? Qué raro.

Me subo por quinta vez en el día a la bicicleta y me pongo en marcha para ver a donde se dirigen a estas horas de la noche. Mientras manejo, un semáforo rojo se interpone en mi camino y no me deja avanzar, ocasionando que los pierda de vista. Una vez en verde, arranco lo más rápido posible para alcanzarlos, pero es inútil. Los he perdido.

Resignada, me voy a lo de mi mejor amiga porque no estoy para aguantar el regaño de mi padrastro por haber llegado tarde. Toco y Diana abre la puerta, dejándome entrar. Nos ponemos a ver una película mientras comemos pochoclos cuando de repente escuchamos un ruido. No proviene del cuarto de sus padres ya que ellos no se encuentran en casa debido a una cena de negocios. Ambas bajamos las escaleras y empezamos a buscar de dónde provino el sonido que nos perturbó la película.

—Diana, quédate conmigo. No te alejes. —digo agarrándole la mano. Ambas buscamos y descubrimos que la puerta del patio trasero está abierta—. ¿No la habías cerrado?

—Sí, lo prometo.

—Bueno, esto es raro. Déjame llamar a alguien así nos ayuda.

—Ulala, a tu enamorado, seguro. —dice con voz seductora mientras choca nuestras cinturas.

—Tomate esto en serio, Diana. —le suelto la mano para alejarme y poder marcarle a Luca, pero me manda directo a buzón de voz, por lo que decido dejarle un mensaje dando mi ubicación actual—. Bueno, no me atiende, vamos a seguir buscando. —intento agarrar su mano de nuevo, pero no siento su presencia—. No te hagas la chistosa, ven para acá, te dije que no te alejes. —me doy vuelta para buscarla, pero lo único que veo es una silueta y después, negro, supongo que a causa del gran golpe en la cabeza que me deja inconsciente.

-

—Emily, despiértate. ¡Emily! —escucho una voz que conozco bien.

—¿Luca? ¿Qué haces aquí? ¿Y Diana? Ay, mi cabeza. —digo agarrándomela para ver si tengo sangre en ella. Pero por suerte mi mano se encuentra limpia.

—Recibí tu mensaje. ¿Qué te ocurrió? —me ayuda a levantarme.

—Estábamos acá y alguien entro y me golpeó y... Ay por dios, Diana, ¿dónde está? —Luca no me responde y eso me desespera—. ¡¿Dónde está, Luca?!

—No está. La han secuestrado.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Y cómo lo sabes?

—Por esto. —me da una nota que tiene escrita una dirección y un mensaje.

Si la quieren ver con vida, vengan a la calle Winston 90 con un millón de dólares y se la daremos. Si no, su amiguita aparecerá muerta y venderemos sus órganos. Y no se resistan, sabemos que tienen dinero.

Di...

A Killer HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora