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                     Narra Black Dahlia

Pasaron los días y seguíamos hablando, no podíamos vernos por mi trabajo, me mataba de ganas de verla.

Apenas se anunció mi descanso y le mandé mensaje, le propuse ir esta vez a un café tranquilo, no me gusta ir a lugares públicos muy llenos, la gente no sabe respetar.

Obtuve un sí como respuesta, me dirijí hacía el lugar gracias a mis conejas, la última vez que salí a un lugar público ellas habían matado al blanco sin mi permiso, aunque ellas dicen que si se los dí.

Al llegar ella estaba sentada esperándome en su asiento, me senté enfrente porqué así suelen ser las sillas de dos...

Hola querida, vaya que casi no nos hemos visto, ¿no?–

–Tienes razón preciosa, hace tiempo que no salimos juntas.–

–¿Gustan ordenar ya?– Interrumpió el fastidioso mesero.

Ah sí.– Respondió Eliza.

Muy bien.– Sacó su libreta.

Yo quiero un capuchino por favor, ¿Y tú querida?–

–Yo quiero un Flate white.–

–Muy bien, lo traigo enseguida.–  Así el mesero salió de nuestro espacio.

–Querida, ¿Te gustaría ir a mi hogar después de estar aquí?– Tomó mis manos y las acarició.

¿Por qué habría de negarme?–  Sonreí.

Ella también sonrió y el mesero llegó con los cafés.

–Disfruten.–

–Gracias.– Contestó Eliza.

Proseguimos a tomar de manera simultánea el café sin dejar de vernos a los ojos, ella es tan hermosa...

Está muy rico, que bien que escogiste este lugar querida.–

–Sí, además no está muy lleno como otros.–

Cuándo menos me dí cuenta el café se había acabado y Eliza pidió la cuenta.

Ella fue tan amable de pagar todo, fue una cuenta pequeña y como prometió ir a su casa no me podía esperar más.

Mi mayor tesoro (Black Dahlia x Eliza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora