5.5. Sale una Timba-cola

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Rius nunca había podido dormir bien en sitios desconocidos, y no era como si estuviese acostumbrado a pasar la noche en hoteles del tipo costero.

Por la hora, seguramente el resto de sus amigos tardaría bastante en despertar. Se levantó de la cama y vio como Acenix se había metido en ella durante la noche, a pesar de tener una aparte. El chico, con su forma de gato, dormía plácidamente a los pies de Víctor y este, a su vez, abrazado a una almohada del lado contrario de la cama al que él ocupaba.

Quería estirar un poco los pies y su garganta estaba reseca, así que optó por ir a buscar alguna bebida en la recepción del hotel. No valía la pena vestirse de una vez, así que solo se puso su chamarra sin ningún tipo de cuidado y salió de su cuarto con unas sandalias en los pies.

Quien hubiera pensado que tan temprano en la mañana se encontraría a aquel hombre: Timba. El albino acababa de cerrar la puerta de su cuarto cuando su mirada se cruzó con la de el peli azul.

—Timba — simplemente mencionó su nombre, y es que no había otra cosa que pudiera decir e ignorarlo no tenía sentido tampoco.

—Rius —la voz de Timba sonaba diferente de lo usual, —¿Que haces aquí? — y no solo su voz, todo él parecía distinto, perdido, podría decirse.

—Tenía sed, así que salí a buscar algo para beber — se explicó con calma, adquiriendo un ligero sonrojo por la insistente mirada de Timba. —¿Y tú? —

—T-también tenía sed— ok, en aquel momento Rius encontró el por qué de la inquietud que sentía desde hacía unos segundos. Fue cuando Timba apartó la mirada de él que noto como lo había estado observando atentamente desde que se encontraron.

—Ya veo — ante tal idea, su corazón latía a mil por hora y poco más. Vio una máquina expendedora de reojo y rezó por qué en su chaqueta hubiera algo de dinero. Quería darle la espalda a Timba para poder respirar gesticulando todo lo que quisiese sin que el otro lo considerase un loco.

Y así lo hizo, le dio la espalda y sacó el cambio justo de su chaqueta. Para suertudos, estaba él. Sabía perfectamente lo que a Timba le gustaba beber, compró un café frío para él, pues le apetecía algo amargo, y una Coca-Cola para Timba. Se demoró todo lo que pudo y, mientras tanto, aprovechó para respirar e intentar tranquilizarse, sentía que sus ojos se saldrían por la conmoción.

Se ocupó de recoger las bebidas y normalizó su expresión, debía permanecer todo lo calmado que pudiera.

—Sale una Timba-cola — dijo Rius luego de darse la vuelta precipitadamente, —yo invito— agregó mientras le sonreía a Timba, dandole la bebida.

El Riumba Is RialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora