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Cuando te despertaste, tuviste que procesar durante un minuto justo donde estabas, pero todo pronto volvió a ti cuando sentiste cabello suave y recientemente lavado. Su cabello todavía está fuertemente perfumado con champú.
Te acostaste a su lado, o más bien, en su contra. Su cabeza estaba pegada firmemente debajo de tu barbilla, sus manos agarradas a tu camisa y sus piernas profundamente enredadas con las tuyas.
Solo desde esta posición, podrías teorizar que Dazai probablemente estaba muerto de hambre. ¿Qué otra razón tendría que aferrarse tanto a su compañero de trabajo? Es solo un toque de hambre...
Mientras indagabas en tus pensamientos, te interrumpieron los suaves gemidos de un Dazai que ahora está en despertar. Probablemente ahora estaba probando por primera vez su resaca, comenzando con un dolor de cabeza.
Se movió un poco atrás antes de mirarte con sus ojos exhaustos y suaves. Fue tan extraño, primero te despiertas en la cama con él y luego te mira tan suavemente, tan genuinamente que no puedes comprenderlo. Nunca has visto este aspecto, no puedes darle sentido.
Con un gruñido exasperado, Dazai te empuja de estar de lado a recostarte de espaldas. Junto con el tuyo, su cuerpo siguió mientras ahora se acuesta encima de ti y en tu pecho.
Se quedó allí un tiempo, sin hacer nada más que respirar. Ambos se acostaron en completo silencio. Entonces Dazai se alejó de ti, luego se estiró casualmente y se acercó al baño como si hubiera olvidado que estabas allí.
Te acostaste allí un rato, mirando la puerta del baño por la que acababa de pasar y cerrar detrás de él. Esto fue muy confuso. Justo antes quería que lo cuidaras y te quedaras con él, pero ahora ya no existes.
Empezaste a aceptarlo. Antes estaba en un mal lugar, ya sabes, solo era vulnerable y débil por el alcohol. Él no te quería ni nada por el estilo.
Aún así, te levantaste de su futón y te dirigiste a su cocina. Al igual que antes de que le prepararas ese vaso de agua y ese ramen instantáneo caliente, ya prediciendo que vomitaría muy pronto después de recordar cuántas botellas vacías había.
Como si estuviera en la señal, escuchas las tos y la tos desde el baño justo cuando terminaste de preparar todo. Caminaste apresuradamente hacia la puerta del baño y la golpeaste suavemente "¿Dazai...? Voy a entrar, ¿vale?"Tomando su silencio como respuesta, poco a poco abriste la puerta y entraste.
Se sentó en el suelo, con la cabeza apoyada en el asiento del inodoro mientras extendió la mano y tiraba de toda la enfermedad. Le diste un trozo de papel higiénico para limpiarle la cara antes de empezar a encender el fregadero para que se lavara la boca.
Lo escuchaste barajar para levantarse detrás de ti, una de sus manos agarrándose firmemente a tu hombro una vez que te alcanzó como si se cayera en el momento en que te dejara ir.
