COMO SI NADA YO SINTIERA

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La historia de ambos es complicada. Jimin sabe que debido a los contextos sociales tan distintos en los que han crecido, sus mentes fueron moldeadas de diferentes maneras y eso no está mal.

Aunque sea eso lo que ahora le está afectando.

Suspira mientras se sube a su bicicleta y comienza a pedalear por las calles de tierra que conducen al lago, pues allí había citado a la persona que lograba hacerlo sentir tan bien, y tan mal al mismo tiempo. Ese era el lugar de ambos, donde reían y lloraban, donde se amaban, donde podían ser.

Sonríe al recordar los momentos tan bellos que han pasado juntos y se pregunta cómo es que ese amor tan bonito, pasó a destruirlo tanto.

Con Jungkook se sentía protegido, cuidado, amado, pero a la vez, desprotegido, descuidado y despreciado. Por él reía y lloraba.

Pero a pesar de todo, al final del día, él era su buen amor.

Frena debajo del árbol más grande y viejo de todos los que rodean el lago, deja su bici en el pasto y procede a sentarse a un lado. Acomoda su pullover y su bufanda, pues están entrando al invierno y las tardes, a pesar de tener la temperatura más alta, seguían siendo frías.

Jungkook llegó media hora tarde, haciéndole sentir un poco mal. Pero sería la última vez.

— Mimi... —besó su mejilla— Lo siento, se me hizo un poco tarde. Mi bicicleta se pinchó y vine corriendo. —sonrió agitado.

— Lo sé, siempre te sucede algo cuando se trata de mi. —sonrió, triste.

— No es así... —hizo un puchero— ¿De qué querías hablar? ¿De cómo me rechazaste anoche?

— No... Y más que hablar, solo quiero que me escuches. —mordió su labio.

— ¿Bien? —su mirada denotaba confusión.

— Quiero que ya no vuelvas a aparecerte en mi vida. —dijo sin rodeos— Porque créeme que quisiera seguir pensando que tú cambiarás, pero la realidad es que no, no lo harás y seguirás lastimándome con cada cosa que hagas o digas. Te conozco de toda la vida para dar fe de ello.

El más alto, sentado a su lado, no lograba entender bien a qué se refería Jimin. Así que sólo siguió escuchándole.

— Tengo veintisiete años, ¿y qué crees? He pasado al menos diez años junto a ti como algo más, en las buenas y en las malas. —le recordó— A lo que voy con todo esto... Es a que en todos estos años, el único que siempre sale perdiendo, herido y lastimado siempre soy yo. Reconozco que a fin de cuentas, es mi propia elección la que me mortifica, pero tú no lo haces fácil. —mordió su labio— Un día me amas, al otro no me conoces, después me pides que sea tu amigo, pero por la noche terminamos siendo uno en algún lugar de esta enorme ciudad. Te vas por largos meses sin siquiera despedirte, pero regresas y esperas toda mi atención. —sus ojos se cristalizaron— Cuando estoy tratando de componer mi vida, conocer otras personas y descubrir cosas nuevas, ahí apareces tú de nuevo.

Reprimió con todas sus ganas el sollozo que quiso salir.

— Llegas, me llamas, exiges que yo siga amándote y pretendes que sólo tenga ojos para ti, como si lo único que te sirviera de mi, fuese mi atención. Como si lo único que te importase es que yo siga a tus pies. —mantenía su vista fija en el lago— Como si nada yo sintiera... Me reduces literalmente a un perrito faldero, triste cuando su amor se va, y feliz cuando lo ve entrar por la puerta.

Las lágrimas rodaban por sus mejillas, ahora algo sonrosadas debido a la humedad y al aire fresco.

— Quieres chasquear tus dedos y tenerme a tu disposición las veinticuatro horas, los siete días de la semana, y siquiera puedes organizar lo que realmente sientes con respecto a mi. —apretó los puños, con enojo y tristeza— ¿Por qué lo haces? ¿Por qué vuelves a buscarme? ¿Por qué hacerme creer que me amas, y que todo estará bien? Yo no estoy bien... He pasado tanto tiempo llorando por ti, y se que aún luego de esto, lo seguiré haciendo, hasta que por fin logre dejarte atrás. —sorbió su nariz.

MI BUEN AMOR - KOOKMIN OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora