seven

210 15 2
                                    

Omnisciente 

Colombia peinaba su cabello con delicadeza, como su cabello era afro tenía que tener mucho más cuidado con este.

Mirándose en el espejo del baño y solo teniendo un pantalón holgado, su pecho estaba al aire. El colombiano se arreglaba con una sonrisa.

Ignoraba los ronquidos de México quien parecía dormir profundamente. Pero hablando en serio, ¿Quién no dormiría como un bebé después de lo que había sucedido?

<<

Colombia jadeaba sin cesar, sus manos estaban apoyadas en el colchón, estaba batallando para no perder el equilibrio.

No mentiría, sus rodillas dolían demasiado, como si hubiese estado postrado en esa posición durante mucho tiempo.

"Va a dejar marca de nuevo, va a dejar marca de nuevo."–Era lo único en lo que podía pensar. No era una persona muy atrevida o pervertida, pero su supuesto novio sí.

En un abrir y cerrar de ojos, pasaron de una cálida mañana a una mañana candente. Dónde quiso probar otro de sus tantos fetiches,  y claro, Colombia estaba maravillado por cumplirle todas sus estupideces.

Tenía una correa atada a su cuello la cual dificulta su respiración. Algo que hacía mil veces más excitante aquel acto.

Cada vez que sus manos temblaban y sus brazos flaqueaban, dejándose caer en el cómodo amueblado, el mexicano jalaba con fuerza de la correa, obligándolo a levantarse y entrando más en su interior.

Estaba cansado, jodido, sudado pero sobre todo, satisfecho. Cada acción de México le sorprendía más, todos los días tenía que preguntarse; ¿qué será de mí hoy?

Cerró sus ojos, a segundos de llegar a su cuarto orgasmo en aquel día cuando el moreno se detuvo, aun sosteniendo la correa.

El mexicano tomó con fuerza la correa obligándolo a levantarse y solamente apoyarse con sus rodillas. Llevó sus manos hasta su cuello, tocando con las yemas de sus dedos la correa de cuero que le quitaba el aliento.

–¿A quién le perteneces?– sonrió jalando un poco más la correa, acercándose aún más.

Joder, que cliché tan asqueroso. ¿Qué era esto? ¿Un rol de Amino?

El colombiano no respondió. Pasaron varios segundos en silencio hasta que se dió cuenta que era una obligación responder.

–Mierda… tuyo.– gimoteó. Jadeó desesperado cuando el aire volvía por montones a sus pulmones. El moreno lo había soltado y él había caído de nuevo en la cama.

Se acostó boca abajo, con sus ojos llorosos, respirando de manera pesada. Gruñó cuando sintió al mexicano salir de su interior con delicadeza.

¿Tan pronto? Aún estaba ansioso por más. Toda esta mierda solo hacía que su orgasmo se retrasara más y más.

Solo quería estar junto a él un poco más y degustar una vez más el sabor de México.

El moreno miraba como Colombia intentaba recuperar el aire, fatigado. Quitó el condón lleno de su miembro haciéndole un pequeño nudo y tirándolo al suelo junto a los otros tres.

Tomó otro de los condones de la caja 'Durex' y con cuidado abrió el paquete. Ya se sabía de memoria el procedimiento, se puso el condón y se acercó al trasero del colombiano.

Acarició con sus manos los glúteos, separándolos y dando una nalgada en cada uno.

Acomodó de nuevo su miembro, alineando este con precaución. En un empujón limpio logró meter su pene por completo.

Inside | ★ MexcolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora