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Pov J

Nuestro segundo beso, debajo del cartel pegado en el balcón, me dejó sin asfalto ni fundamento en dónde apoyar mis pies. Estaba en otra dimensión. Después me habló con su corazón en la mano, y yo quise protegerla con mis propias manos de todo mal. Lo que sentía ya era más grande que yo. Me asustaba y me gustaba la forma en como con solo mirarme ya lograba que perdiera el hilo de mis pensamientos. Ella tenía superpoderes, pero no era consciente de eso aún. 

La luz que entraba en el apartamento cuando cerramos el balcón era preciosa. El atardecer nos iluminaba  y encendimos dos lámparas que combinaban a la perfección. Hablamos, organizamos, nos reímos. Todo parecía indicar que el momento clave del día ya había pasado. Pero sonó una canción que siempre me trasporta y me paré a bailar. Había sido un día perfecto. Estaba en un estado de plenitud que hizo que se me olvidara dónde estaba. Disfrutaba del momento y disfrutaba de mí. Subía la velocidad. La bajaba. Sentía mis piernas, mis brazos, mi pelo, mi cadera. Bailaba. Subía. Bajaba. 

Cuando abrí los ojos, volví a la realidad, pero sin salir del estado de plenitud en el que estaba. L estaba ahí, sentada contra la pared, dispuesta a verme durante el tiempo que fuera necesario. Verla, literalmente, me hizo querer jugar un poquito más. Metí la mano debajo de mi camiseta. Me volvió loca la forma como me miró. Me agaché y gateé. El aire se volvió más denso cuando pateó violentamente hacia a un lado los cuadernos que estaban al frente de sus piernas. Cuando llegué a sus pies se separó de la pared. Quedé arrodillada, sentada sobre mis talones al frente de ella. 

Tomó mis piernas entre sus manos y me haló. Sentí que se me detuvo el corazón. Puse mis manos en su espalda con delicadeza. Ella llevó sus labios a mi cuello, sentí cómo respiraba bajando hacia mis hombros. 

Me acerqué lo más que pude a sus labios y susurré: 

"¿Puedo besarte?".

A lo me respondió en el mismo tono de voz:

"Si no lo haces, me va a dar algo".

Procedí a besarla como nunca antes me había permitido: sí. Confirmé que nada de lo que sentía lo estaba sintiendo sola, sí, por la manera en que su boca buscaba la mía, sí, por la manera en que su respiración se profundizaba con cada movimiento: sí. 

Caminamos besándonos, chocando levemente con algunas paredes, y mi respiración se aceleró al entrar por la puerta de a habitación. De repente, se separó de mí.

Se asustó de nuevo.
Pensé.

Eso creía, hasta que L miró hacia abajo y empezó a quitarse la camiseta. Mis manos se alejaron de su cuerpo, asustadas. ¿Estaba soñando? Se la quitó por completo y la dejó colgando en su mano. Mi boca se abrió ligeramente al darme cuenta de lo que estaba pasando. La miré como asegurándome de que era real, los ojos le brillaban. Me alzó con fuerza y me sentó sobre la cama. Bajó las manos por mi espalda. La aparté con un poco de fuerza, sonrió. Quise tentarla, quitarle poder, hacerla esperar. 

Crucé los brazos para sujetar cada esquina de la camiseta y me la quité lentamente. Intentó decir algo pero no emitió ningún sonido. Se desesperó rápidamente y sus labios volvieron a mí. Nos acostamos en la cama sin dejar de besarnos. Por un momento me separé para verla bien. Nuestras miradas no se desconectaban, tratábamos de entender lo que estaba sucediendo. Su mano derecha tomó mi cintura y deslizó sus dedos por el borde lateral de mi pantalón. Tragué saliva. Rozando mi piel recorrió el camino desde mi cintura hasta debajo de mi ombligo. Con una mezcla de timidez y seguridad, me desabrochó el pantalón. La miraba como intentando descifrar el momento en que iba a enloquecerme. 

Con desenfreno busqué su boca, luego su oreja, y luego su cuello. Y sus piernas, y sus manos, y su lengua, y sus brazos, y su ombligo. Su mano agarró la mía y empezó a guiarla hacia su cremallera. Nos miramos un momento como pidiéndonos permiso sin hablar. Sí. Antes de bajarla por completo la agarré con mi otra mano deteniéndola.

-¿Estas segura?- le pregunté.

-Más que nunca- declaró.













  

Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora