Capítulo 19: Eres mío herbívoro

130 9 0
                                    


Se podía sentir como la temperatura empezaba a subir en aquella habitación, ya que aquel beso estaba aturdiendo sus sentidos donde a duras penas reacciono para colocar sus manos alrededor del cuello contrario y de esta forma sujetarse, ya que poco a poco sentía como su fuerza desaparecía.

Realmente se sentía en una especie de sueño... si tal vez eso podría ser, es decir... para empezar habían cambiado de cuerpo, encontrado un extraño diario de su antepasado y fundador de Vongola, viajaron al pasado y estaban con Giotto-san y Alaude-san... los cuales igual habían cambiado de cuerpo, les habían ayudado pero debido a una extra confusión ahora se encontraba preso de un beso posesivo por parte de Hibari, el cual le había confesado que le amaba... si todo pintaba a un sueño loco, pero su propia intuición le decía que eso que estaba viviendo era real; se separaron debido a la falta de aire y ambos estaban jadeando mientras que sus bocas eran conectadas por un hilo de saliva.

- Hi...ba... - intento hablar al mismo tiempo que recuperaba el aire, pero le fue casi imposible ya que nuevamente sus labios fueron capturados en un beso, el cual era rudo y pasional... dejándole aturdido por todas esas sensaciones y emociones que estaba experimentando por lo cual solo atino a pasar sus manos alrededor del cuello de su guardián, al mismo tiempo que sentía que este lo sujetaba de la cintura y lo pegaba más a su cuerpo.

Por su parte Kyoya se sentía completamente satisfecho, tenía a su conejito a su merced y no había ningún herbívoro que pudiera interrumpirles ya que al legar a la mansión este se percató de que esa bola de herbívoros que conformaban el resto de la manada del herbívoro rubio estaban congelados, obvio que eso debía ser obra de su conejito o del carnívoro... y para mejorar esos dos habían ido al jardín a pelear, así que nadie le interrumpiría... por fin haría suyo a su omnívoro y nadie le detendría. Busco profundizar más el beso en su ansiedad por explorar toda la cavidad bucal de su Tsunayoshi, en eso noto que este se abrazaba a él por lo cual no perdió tiempo y lo atrajo más así tomándolo en un agarre posesivo pero suave de su cadera... mientras seguían disfrutando ese beso empezó a crecer la ansiedad de ir por más, por lo cual sus manos se deslizaron por el cuerpo del contrario hacia los glúteos del castaño, el cual se sorprendió de esta acción pero no logro quejarse ya que en seguida fue levantado por lo cual solo atino a enredar sus piernas en la cadera del pelinegro. Con cuidado y sin romper el beso, Kyoya camino fuera de la oficina para ir a la habitación más cercana, donde con sumo cuidado deposito su valiosa carga sobre la cama al mismo tiempo que se separaban del beso dejándole presencia una vista tan hermosa como tan exótica al mismo tiempo: ya que el castaño tenia los labios rojos debido al beso así como de ella se escapaba un hilo de saliva, sus mejillas estaban fuertemente sonrojadas, mientras que en su mirada reflejaba su excitación que sentía la cual era enmarcada con esas pequeñas lagrimas que nacían de sus ojos y para culminar el marco se podía escuchar los suaves jadeos de este, ya que aún buscaba regularizar su respiración.

- Lindo... - se permitió decir Kyoya mientras sonreía de lado al mismo tiempo que buscaba colocarse encima de ese hermoso cuerpo para nuevamente disfrutarlo, solo que esta vez opto por atacar el cuello de este.

- Ah... hibari... ah... - fue lo único que pudo atinar a decir el castaño, ya que este estaba perdido entre todas esas nuevas emociones, pero no logro reaccionar a tiempo ya que cuando recupero un poco de su conciencia nuevamente su cuerpo empezó a sentir una oleada de placer ya que el pelinegro estaba encima de él y estaba mordiendo, chupando y lamiendo su cuello – hmm... - eran pocas las palabras que lograba articular, sentía como sus fuerzas lo abandonaban pero tampoco era como si eso le afectara ya que gran parte de él quería seguir disfrutando todo eso...

- Veo que ya te rendiste – murmuro divertido el pelinegro la notar que el cuerpo debajo suyo había dejado de forcejear y se rindió al placer que este le estaba dando – bien, entonces sigamos – dijo mientras sonreía de lado.

En tus zapatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora