33. Ciudadanía

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Tan solo cuando el rey de picas se había alejado lo suficiente del cruce de Shibuya siguiendo a los escasos supervivientes que quedaban en la zona, Akira se levantó e hizo un último esfuerzo por arrastrar a Niragi hasta dejarlo con la espalda apoyada en uno de los coches a los que tenía que haber llegado en un principio. No había salido como planeaba, pero al final había alcanzado su destino. Y dado que seguían respirando, tampoco se podían quejar.

- Te ha dado. – comentó Niragi después de llevar un par de minutos observando la sangre que manchaba la sudadera de Akira, en la zona de su hombro.

Una de las tantas balas que el rey de picas había disparado a diestro y siniestro la había alcanzado, por eso se había desplomado sobre él de repente. No había sido una estrategia desde el principio como había creído Niragi, sino que una vez la habían herido, a Akira no le había quedado otra que limitarse a fingir que estaban muertos con la esperanza de engañar al rey de picas; o por lo menos lograr que no reparara en ellos en absoluto. Y por más arriesgado que fuera, le había salido bien.

- No tienes buena pinta. – insistió Niragi al notar que Akira se mostraba reacia a hablar. Y cuando con cierta dificultad se sentó a su lado, le dedicó una pequeña sonrisa.

- Por lo menos espero tener mejor pinta que tú.

Niragi soltó un bufido ante su comentario.

- Te avisé de que debías dejarme. – apuntilló. – Te has arriesgado por nada.

- Me he arriesgado por ti. – puntualizó Akira. – No iba a dejarte tirado por más que te quejaras.

- Pensaba que decías que querías seguir viviendo.

- Y lo sigo queriendo. Quiero vivir. – le aseguró. – Pero después de jugarme la vida tantas veces por nada, morir protegiendo a la persona que quiero era la única muerte que podía aceptar.

Niragi chascó la lengua, mas apenas tenía fuerzas ni siquiera para eso.

- Por más honorable que suene, sabes que no merecía la pena.

- Para mí sí.

Niragi ladeó un poco más el rostro para poder mirarla en condiciones. Akira estaba hecha un desastre; y también más pálida que de costumbre a causa de la pérdida de sangre. Pero lo más extraño era que había hecho todo eso por él, por salvarle la vida. Ni siquiera estaba seguro de que él hubiese sido capaz de hacer lo mismo por ella. Akira le había escuchado gritar a los cuatro vientos que era un egoísta, que solo pensaba en sí mismo y que solo actuaba en su propio beneficio. Y aun así, Akira tenía el valor de decirle que todavía veía algo en él que merecía la pena. A Niragi le hubiera gustado decirle que no la entendía, que era el pensamiento más fuerte que cruzaba su mente, pero habría sonado demasiado repetitivo. Quizás solo por eso se atrevió a soltar algo nuevo.

- De verdad creía que era lo que quería. Pero me equivocaba. – le confesó. – Separarnos en el túnel... El volver a estar solo fue desgarrador.

Akira llevó su mano a su rostro para apartar los mechones de su pelo y, de paso, le acarició la mejilla con suavidad por unos instantes. Niragi hubiera hecho todo lo posible por poder subir también su mano y obligarla a que no se separara de él; que se mantuviera en esa misma posición durante todo el tiempo que le quedase. Pero una vez más, su cuerpo apenas le respondía. Debería conformarse con la mirada de Akira, la cual le observaba con todo el cariño del mundo.

- Yo también te he echado de menos.

Niragi elevó las comisuras de sus labios. Las palabras de Akira no le ayudarían a paliar el dolor que lo consumía, pero se sentía bien escucharlas de todas formas.

Alive & Savage | Niragi SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora