Cama compartida

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Dereck

Debo estar muy mal de la cabeza como para haber venido tras Jane y sobre todo, presentarme ante su familia como su novio. Yo no sé qué es lo que está pasando conmigo. Este hombre claramente no soy yo. Las palabras de Adrián aún hacen eco en mi cabeza, pues luego de ayudarlo a conseguir la casa donde vivirá con Gabriela; me dio biblia sobre el amor y la oportunidad que debo aprovechar en cuanto me llegue. Todo ese tema me tiene hinchado, no siento a alguien dentro de mi corazón. Jane se ve muy nerviosa e incluso no ha dejado de comerse las uñas durante el camino a su casa. Me sorprendió muchísimo saber que Jane viene de una buena familia y con dinero. Lo que no entiendo es cómo vive en un lugar de clase media teniendo el dinero suficiente para pagar por un buen apartamento. Prácticamente no tiene porqué trabajar para mí... y aún así, lo hace.

—Ve lo que causa por decir cosas que no son, Sr. Cooper. Si usted no hubiera abierto la boca, ahora mismo estuviera de regreso a su casa sin necesidad de atravesar por todo esto.

—¿Le molesta que diga que soy su novio, Wilson? Es una pequeña mentirita nada más.

—No me molesta algo que no es verdad, Sr. Cooper. Usted es mi jefe.

—Si, y también el que le roba uno que otro gemido al besar...

—Ay, ya. Cierre la boca, por favor — reí y detuve el auto frente a un enorme portón que se abrió segundos después —. Siga el camino hasta donde dé.

—Sí, amorcito — resopló y sonreí.

Desde que descubrí cuanto le molesta que le haga mis comentarios, más me gusta colmar su paciencia. Además, que quiero ver esa misma mapache agresiva que conocí el primer día que llegó a mi empresa. Ahora trata de ser una manza palomita.

—Wilson.

—Sí.

—Por qué ocultó información de su familia y todo lo que poseen.

—Nada de esto es mío, Sr. Cooper. Es solo lo que construyeron mis abuelos. El día que tenga lo propio, no tengo porqué negarlo.

—De algún modo u otro también entra a ser suyo.

—Lo sé, pero no planeo pelear por nada. Ahora mismo estoy enfocada en construir mis propios sueños.

—¿Y cuál es su sueño, Wilson?.

—Aun no lo sé. Puede sonar patético al no tener un rumbo fijo. Sin embargo, quiero encontrarme a mí misma; conocer mis virtudes y mis defectos. En algo debo de ser buena.

Sí, levantando a los muertos con ese vestido que trae puesto. Esta mujer si que guardaba un cuerpazo bajo ese vestido grande. El uniforme no le queda así de bien.

—Y no ha pensado en estudiar ese algo que le llame la atención. Digamos, eso que le apasione y le sea incapaz de dormir, con solo pensar viendose en el futuro haciendo lo que tanto ama — suspiró.

—No le voy a negar que siempre soñé con tener mi propia productora, así sea una pequeña. Amo el campo casi como usted ama su trabajo como diseñador. Me gusta ordeñar, transformar una simple sustancia en varios productos que llegan a la mesa de las personas. Ver cada uno de los procesos y estar al tanto de los camiones repartidores. Mi Nana me enseñó a hacer un queso delicioso, un día de estos le haré uno... — se calló fingiendo una tos —. Sí, eso es lo que quiero hacer, Sr. Cooper.

—¿Hacerme el queso? — nuestras miradas se cruzaron por segundos y negó con una leve sonrisa en sus labios —. Yo me lo dejó hacer, Wilson. Supongo que me tendrá que enseñar.

Perdí la cabeza por completo.

—No me lo imagino haciendo queso — ay, mi mapache. Cuándo será el día en el que comprenda mis palabras —. Pero si usted quiere saber cómo es hacer queso, pues le enseñaré.

Me sorprende hablar de temas triviales con ella. Según llegamos a la casa, todos se nos quedaron viendo fijamente. Sus ojos en mí y a cada uno de mis movimientos, me ponen algo incómodo. Ahora no sé cómo actuar con Jane.

—Mi amor, pasen a la casa; el almuerzo ya está servido — el rostro de Jane se ha opacado por completo.

—Siga, Sr. Cooper...

—Puede decirme papi o mi amor sin penas— rodó los ojos y se adentró a la casa —. Ven...

—¿Qué? — la tomé de la cadera y entramos junticos.

La verdad es que me gusta tocar su cuerpo. Me prende cada que vibra con mis manos. Caminamos hasta un enorme comedor donde varias personas ya se hallaban sentadas en sus lugares.

—Aun está a tiempo de retractarse — susurró Jane, antes de sentarse en su lugar.

—Y perderme la diversión, Wilson. Eso sí que no — dejé un beso en su mejilla y no dijo más nada.

—Hermanita, hasta cuándo pensabas decirnos que tenías novio — inquirió una chica frente a nosotros.

—Bueno, pues en verdad llevamos muy poco saliendo.

—¿Ya han sobrepasado la línea?.

—Luci — reprendió un hombre mayor.

—¿Qué? Estoy preguntndo porque quiero saber si mi hija se ha estado cuidando, es todo. Una madre quiere lo mejor para sus hijos — el sarcasmo no pasó desapercibido —. Te estás cuidando, ¿verdad, Jane?.

—Yo no brinco de cama en cama, si es lo que quiere decir, mamá — la mujer sonrió mientras Jane la miró con rabia —. Me sé dar mi lugar.

—Si, hija. Yo no estoy diciendo eso, sé que eres purita como el agua de la iglesia — su comentario me llevó a mirarla.... entonces es cierto —. Creímos que después de Connor, te ibas a quedar solterona el resto de tu vida.

—Ay, ya. Ya no más. Crean lo que quieran, yo no vivo de lo que digan ustedes. Al fin de cuentas, ni son mi familia verdadera. Ahora como no tienen nada importante que decirme, mejor me voy a mí habitación. No soporto tener que ser tan hipócrita y ver sus rostros mientras se. burlan de la cachorra Jane — se levantó de la silla y se fue sin decir más.

—Disculpe a mi hija, ¿señor?.

—Dereck. Dereck Cooper.

—Sr. Dereck, perdone a nuestra hija que carece de modales. Siempre ha sido así de grosera.

—De hecho, no fue grosera. Lo que sí es de mala educación y de mala madre, es ventilar temas tan personales e innecesarios frente a tantas personas. La intimidad de una pareja debe quedar en su cama. Nadie le va a preguntar a usted, cuántas veces tiene sexo al día con su esposo o algo por el estilo. Es un gusto conocer a la familia de Jane. Permiso.

Me levanté de la silla y preguntando a una de las empleadas de la casa, di con la habitación de Jane. Su llanto podía escucharlo a través de la puerta.

—No llore por eso, Wilson.

—No lloro por sus palabras, ya estoy acostumbrada a ellas. Es que me da coraje saber que soy una recogida nada más...

—¿Cómo así?.

—Ellos no son mis padres — se quedó con el rostro enterrado en la almohada. No sé sí se esté dando cuenta de la posición en la que está —. No llevo su misma sangre por mis venas...

— Pues mejor, ¿no? — mordí mi labio, conteniendo las ganas de palmear su trasero —. Con eso no le saca nada a esa mujer.

— Usted no entiende...


—No, y tampoco deseo entender — me senté en la cama y toqué su muslo descubierto —. Recuerde que debemos hablar, Jane. Pero por ahora le daré su espacio. Por el momento, hágase a un lado que la cama es muy pequeña y le tocó compartirla conmigo hoy — me acosté a su lado y nos quedamos en silencio, cada quien debatiéndose por dentro.

Dereck Cooper(EN FÍSICO) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora