capítulo once

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No sé cuanto tiempo ha pasado, estaba perdida en el limbo del mundo, estaba en una situación desesperante, que raro, ¿verdad? Estaba primero buscando un asesino de mi amiga y  ahora, estaba buscando el asesino de mi padre, sentía como si todo lo que yo tocaba, perecía. Miré el suéter que mi padre se había puesto la noche anterior, y lo tomé, sonreí, olía a él. Me senté y comencé a llorar, a los diez minutos entró Abyo, y me abrazó fuertemente. 

—Ya vamos a encontrar al culpable, no estés así.—Me susurró apretándome a él. —No te preocupes.

Me separé incrédula, explotando, grité tirando el suéter a un lado, poco más ya pataleando, había perdido a mi padre, y a una de mis amigas en menos de dos meses.

—¡Eso dijimos la semanada pasada, y mira, mira como estamos! —Grité fuertemente. —¡Es que todo lo que todo perece, parece que yo fuera la asesina! 

Me eché a llorar, tapándome la cara, sentándome sollozando, le pedí perdón a Abyo, al final él no tenía la culpa de lo que estaba pasando, se acercó a mi, abrazándome por los hombros, yo recargué mi cabeza en su hombro, llorando cerrando los ojos. La puerta se abrió, y estaba Stephanie.

Corrí hacia ella abrazándola, llorando en su hombro, grité de impotencia diciéndole que si hubiera sabido, él siguiría vivo conmigo

—No digas eso, no eres ni de cerca la culpable. —Exclamó, tenía una sonrisa triste. —Créeme, estás muy lejos de serlo. 

Alcé la mirada, viéndola triste, esta me agarró el rostro limpiándome las lágrimas, Ring Ring se puso a mi altura, acariciándome el cabello.

—Te prometo que cuando encontremos al responsable, le haremos pagar muy caro sus acciones, lo prometo por nuestra amistad.

Miré a Ring Ring, asintiendo, Stephanie me soltó y se fue a sentar al sillón, parecía que le dolía la cabeza.

—Yo mismo mataré al culpable con mis propias manos, lo juro.

Exclamé enojada, secándome las lágrimas, me paré y suspiré tirando mi cabeza hacia atrás, cerrando los ojos tratando de recuperar la poca cordura que me quedaba, para luego volver la mirada a todos, que estos me miraban esperando mi siguiente movimiento.

—Tenemos que proteger a Dada a toda costa, vimos el mensaje. 

—Por mi no se preocupen, necesitamos es encontrar el culpable.

—Si a ti te pasa algo, yo me muero. —Ring Ring se acercó a él, tomando su mejilla con su mano acariciándola, este sonrió y colocó su mano encima de la de ella.—Es en serio, por favor.

—No me pasará nada. —Alzó el meñique, y ella lo entrelazó.—Lo prometo.

Sonreí enternecida, y Garu se colocó a mi lado apretando mi mano, a lo que yo lo miré suspirando, tenía los ojos hinchados.

—Tranquilos, a nadie le pasará nada, sólo tenemos que seguir buscando, ya tenemos en mente que es algo con brujería, y que le pagaron a uno de los chefs para que le haga daño a, sólo tenemos que ir de nuevo a Sooga.

—Mañana en la mañana partiremos.

Esa fue la última palabra de todos, y efectamente,a la mañana siguiente todos estábamos ya caminando a Sooga, cuando sentimos que alguien nos estaba siguiendo, todos sacamos nuestras armas, pero al no ver a nadie, lo asosiamos a nuestra imaginación, así que seguimos nuestro camino.

—No me gusta esta sensación. —Le dije a RingRing colocándome a lado de ella. —Me siento seguida.

—A mi tampoco Ring Ring, me siento perseguida.

Me puse al final de Dada, sabía que él era del interés de los que estaban persiguiéndonos, así que estaba atenta, cuando vi una sombra, saqué mi espada colocándome en posición de pelea, pero al ver que nadie estaba, bajé solamente un poco la guardia, cerré los ojos, escuchando una rama ser pisada, tiré mi espada y vi que efectivamente, había alguien, una manga había sido rasgada. 

—¡Chicos, tengo algo! —Grité. —¿Chicos?

Lo siguiente que olí fue algo fuerte, y después me dio sueño, mucho sueño.

Un nuevo silencio [SEGUNDO LIBRO] [Garu y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora