Tabaco y Chanel

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El humo al bailaba alrededor de su rostro. Algo que le hubiera gustado estar haciendo, pero solo estaba de paso en aquel longevo bar acostumbrado a sus visitas constantes. Una copa más y se iba.

De igual forma no había nadie esperándolo en su habitación. Incluso su gato saltaba por la ventana cada que él salía y luego fingía que estuvo cerca todo el tiempo. Entonces volver o no hacerlo no suponía realmente nada.

Pidió otra copa de manera silenciosa. Solo hizo un ademán y el barman rellenó su vaso con lo mismo de siempre. Era un ron añejo que suele parecerle tan desagradable al tragarlo como el humo de su tabaco. Pero los efectos posteriores más la imagen misteriosa y elegante que daba eran suficientes para haberlo convertido en un hábito de años.

Beomgyu comenzó a fumar cigarrillos en su adolescencia, a escondidas de sus rectos padres y en compañía de un grupo de muchachos poco discretos. Luego probó el tabaco cerca de los treinta recostado del pecho de un amante al cual no le gusta recordar, pero al que le agradece a veces. Del alcohol fue adepto desde antes que los cigarrillos, solo que bebía cosas ligeras y con el tiempo su paladar y olfato se refinaron a punto de detestar cualquier bebida que no doliera al menos un poco a su economía.

Terminó mirando a su alrededor, buscando discretamente algo interesante para la entrada noche. Ni siquiera había oscurecido así que no era una hora concurrida. Un sorbo más y posó los ojos en un pecho medio descubierto.

Una manía suya con la desnudez lo llevó a dejar clavada la mirada en la piel que se dejaba ver detrás de unos botones intencionalmente desabotonados.

No subió la vista, siguió recorriendo hacia abajo. Se detuvo un tiempo en las manos que jugaban hábilmente con un vaso de cristal vacío. La mesa alta no lo dejaba ver más y no era tan descarado como para moverse en busca de una mejor perspectiva. Iba a conformarse con eso.

Cómo le gustaba apreciar la masculinidad de alguien. De lejos e indiferente, como el que no quiere comprobar más de un sentido.

Se dio la vuelta y el último trago hizo ruta en su garganta.

De pronto, con una respiración, percibió un aroma a Bleu de Chanel fresco que casi lo hace girar de golpe. Se percibía cerca. Cada vez más cerca.
Luego una respiración, de esas que suenan tan imponentes como la misma presencia de su portador. Y aunque aún no le veía, se deleitó en lo que sus sentidos le permitían obtener.

—Un gin-tonic, por favor.

Placer auditivo.

El tintineo de hielo y copas acompañaban el ritmo del bolero que se oía en todo el bar y por primera vez en todo el tiempo quiso que se callasen.

Podía incitar una vez más, quería hacerlo. Solo una pequeña aproximación y estaba casi seguro de que conseguiría escucharla otra vez. Entonces se giró para hablarle y volvió a encontrarse con aquel pecho desnudo y esas manos hábiles. Pero estaba demasiado cerca como para seguir bajando los ojos en ese momento. Una pena.

—¿Busca refrescar la noche?

Consiguió una mirada y por primera vez se fijó en el rostro ajeno. Ojos grandes y profundos, labio inferior ligeramente más abultado y una nariz recta. Era un rostro atractivo del que no tenía muchas referencias anteriores.

Nunca se había fundido en una persona como él. Aunque tampoco era capaz de mantener los ojos abiertos en los momentos de placer. Prefería dejarse llevar por el tacto y los oídos. De repente le pareció que la imagen de ese rostro sobre el suyo le permitiría tener la fuerza de voluntad suficiente para gimotear sin cerrar los ojos.

Tabaco y Chanel | Taegyu (OS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora