Capítulo 32 - Sinfonía Agridulce

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Noiret está en su casa, intentando hacer las paces con su hijo pequeño, a quién había gritado y tratado muy mal. Estaba completamente culpable, y se lo notaba cabizbajo y deprimido desde que Tomás había llorado de miedo de él. Para empeorar todo, Sonia y Alexander llegaron con malas noticias.

- ¿Qué hacen aquí? ¿Y encima con esta beba? Quiero estar solo con mi hijo.

- Ah, ¿no te has enterado? Jacques, está todo perdido! - Sonia estaba desesperada. Era la única entre los tres que quizá no estuviera dispuesta a jugárselo todo.

- ¿Qué dices?

- Ayer invadieron el centro psiquiátrico, se llevaron a los pacientes y volaron el edificio. Garrido también está muerto, lo encontraron allí. - Explicó Alexander.

- ¿Y el bebé? - Preguntó Noiret, tratando de asimilar el montón de información que le había dicho Sonia.

- Le dije a Claudia, la esposa de Garrido, que le íbamos a hacer unos exámenes. En mí confía. - Sonia dijo, con la nena en los brazos.

- Pero con la explosión todo nuestro material se ha perdido! Años y años de trabajo, joder!

Alexander, un sobrino de Ritter Wulf, era un excelente médico. Reclutado por su tío desde su juventud, se utilizaba de su posición social y prestigio para robar recién nacidos de madres que no tenían condiciones de cuidarlos, y así usar a esos bebés en experiencias del Proyecto Géminis. Así fue como, hace 18 años, encontró a María Almagro y su novio rebelde, Toni, y logró comprarle su hijo, para darle a una pareja de empleados de Wulf que habían acabado de perder a su crío. Y esta pareja eran Jacques Noiret y Valentina León.

- Vamos a tener que hacer el trasplante aquí mismo. - Avisó Alexander, con la prisa y los nervios impresos en su voz.

- ¿Aquí? - Se asustó Noiret.

- Y ahora.

Corrieron a preparar todo cómo podían. Para curar a Tomás se realizaría un trasplante de células madre del bebé, una niña modificada genéticamente la cual Noiret había prometido a Garrido para salvar su matrimonio, pero que en realidad había nacido solamente para curar a Tomás.

- Esto es muy peligroso para la beba, es mejor esperar...

- Pero, ¿estás tonta? A mí me la suda esta cría, voy a salvar a Tomás! Alexander, anda, haga lo que sea!

***

En la granja, tras llegar y acomodarse, todos durmieron profundamente, hasta despertar al día siguiente, ya en la hora del almuerzo. Los padres de Cristóbal los recibieron muy bien, aunque también muy desconfiados por lo que estaba pasando.

- Abuela! - Corrió Inés a abrazarla.

- Hola, mi niña! Facundo, ¡ya eres todo un hombrecito! - Le apretó la mejilla - ¿Y Bruno? - Preguntó a su hijo por su nieto menor.

- Viene después, deben de estar llegando. Te presento a María, mi novia.

- Ah, pero qué guapa es! Vamos a comer y luego voy aprendiendo el nombre de todos... eh, y ellos? - Señaló a los pacientes con la cabeza.

- Hola señora, soy Héctor De La Vega. - Le extendió la mano, pero la madre de Cristóbal le ignoró y le dió un abrazo. - Bueno, un placer conocerle también. - Bromeó. - Cuanto a estos, tenemos que alimentarlos, pero le aviso que con mi novia, Alicia - la señaló y la presentó - estaremos solucionando todo para que sean trasladados a buenos lugares, donde reciban su tratamiento de manera digna y humana, como se merecen.

- ¡Qué bonito habla! Bueno, vayan yendo entonces que luego les traigo la sopa, y no se preocupen que hay marmitas llenas de comida para todos.

Se fueron encaminando a la mesa, y Julia seguía preocupada por Iván. Lo paró en el pasillo, esperando a que todos fueran adelante.

El Internado: Volverá La LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora