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Los ojos de Yoo se clavan en la vista otoñal de las copas de los arboles cuyas ramas se mueven dulcemente por la brisa fresca de la temporada, le gusta esa escena: los transeúntes caminar por el parque y el fondo de edificios amplios elevarse como gigantes de platino detrás de la pequeña naturaleza del centro de la ciudad y, sorprendentemente ajeno a esa vista, el aroma del café tostado y los murmullos vecinos no le parecen molestos en lo absoluto. A veces se asombraba a si misma de lo rápida que era para desconcertarse del mundo y disociar sus pensamientos de todo lo que le hastiara de su vida cotidiana.

Aunque por el rabillo del ojo ve aquellos labios moverse, ella simplemente no los escucha y tampoco es que le interese, tal vez es un rasgo negativo en ella, pero no puede evitarlo cuando la compañía no es grata para ella. Ni siquiera el toque sobre su mano logra apresurarse en volver su vista al hombre sentado delante de ella, termina volviéndose al frente para encararlo como si fuera un favor que ella le hace y asiente tranquilamente con la cabeza, manteniendo un semblante serio e inexpresivo por la conversación o el tono del contrario.

—Si, te escucho. 

—Pues no lo parece. —suspira con fastidio mientras pasa la mano adornada con anillos plateados por sus cabellos grisáceos. —Parece que estoy hablando con una muñeca, ¿y después te extraña que todo el mundo te vea de esa manera? Es imposible sostener una conversación contigo sin que parezca que lo haces todo por obligación.

Karina sigue despreocupada por aquellas palabras, tampoco es sorda, sabe lo que todo el mundo opina de ella y, como siempre, decide no tomarle importancia. Como un imán, su vista se siente tentada a regresar al paisaje de la ciudad con hojas castañas volando por el viento de octubre y ausentarse de aquella incomoda situación, aunque en el segundo en que se despega de su platica, es traída de vuelta a ella por la mano áspera de su compañero que la toma por segunda vez por la mano y aprieta con sutil fuerza. 

—Lo que estoy diciendo es importante Karina, ¿lo entiendes? Necesitamos ser mas cuidadosos la próxima vez, no quiero que Sohee llegue un día a la oficina a armar un escándalo por nada. 

Ella lo mira con firmeza a contraste del rostro molesto del otro y al mantenerse silenciosa, parece que su mensaje a sido malinterpretado de nuevo.

—No me mires de esa forma, nunca podría enfadarme contigo y tampoco quiero que esto termine... Solo debemos ser mas cautelosos la próxima ocasión y evitar alzar sospechas fuera de la oficina. —ella asiente después de una pausa en las palabras de él. —¿Qué sucede? Estás enfadada desde hace unos días y sabes que me desagrada verte así...

—Dijiste que escribirías esa carta por mi. —apenas vuelve al tema, se escucha un suspiro pesado de aquel canoso hombre. — Me dijiste que darías una buena referencia y hablarías por mi en el comité.

—¡No empieces con eso otra vez! ¿Es lo único que te interesa sacar de esta empresa? ¿Solo te importan las calificaciones? —ella vuelve a quedarse callada, aunque el que regresa a encontrarse fastidiado es su jefe. —¿Sabes cuantos pasantes desearían estar en tu lugar en este momento y tu solo desperdicias la oportunidad? Dios, eres una niña inmadura... Ni siquiera merecerías ese puesto fijo con esa actitud nefasta que tienes todo el tiempo, no me sorprendería que la única razón por la que llegaste hasta aquí fuera liándote con tus profesores.

Ella retira su mano inmediatamente y aunque dentro de ella sintiera una chispa de cólera encenderse al instante, su exterior no permitía que lo demostrara por claras razones. Antes de que pudiera levantarse del asiento y gritar todo lo que pensaba de aquel viejo repugnante o irse dando un portazo a la puerta del local, la misma mano adornada de anillos fríos atrapo su rostro en un acto de brusquedad al que ya estaba acostumbrada y la obligada a voltearse y sentir como esos agrietados labios chocaban contra los suyos. 

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⏰ Última actualización: Jan 14 ⏰

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faker: second crush | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora