Cap 01: Rojo Venganza

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Rojo Venganza

Rubí.

La mayoría de las veces el dolor es necesario como otras innecesario.

Dumb.

Algunas veces te hace fuerte y otras te entristece. El dolor te puede enseñar que no todo en la vida es color de rosa, también de cierta manera te muestra lo "resistente" que eres. Por otro lado, también puede matarte.

Dumb.

Puede ir comiéndote lentamente hasta dejarte vacía. Ir cayendo en un pozo dónde te cuesta el volver a salir, dónde te cuesta sobrevivir, dónde te cuesta respirar, y la mayoría de las veces, te cuesta confiar.

Dumb.

Pero eso no significa que seas débil. Significa que estás mal, aunque quizá no lo quieras aceptar, lo estas, y está bien, nunca nadie está realmente bien, ya que nadie es perfecto. Por eso está bien no estar bien.

Pero yo eso no lo sabía.

Dumb.

DUMB.

DUMB.

¡DUMB!

Abro los ojos.

Respiro.

Estoy viva.

Estoy.... estoy acostada en una cama, cálida, suave, no en un frío piso lleno de polvo. Tengo ropa puesta, no estoy semidesnuda, el techo era blanco con luces muy lindas, no era oscuro sucio y agrietado.

La vista se me acomoda y logro ver mejor las cosas.

Era silencioso, el único ruido que se escuchaba era el de mi respiración.

Siento algo en el brazo, como un pincho. También siento un vendaje en la parte izquierda de mi frente, me duele, me duele mucho.

Hago toda la fuerza que puedo y llevo mi mano donde está el vendaje, si en definitiva dolía.
Al verme el brazo descubro que era ese pinchazo. Era una de esas inyecciones que te colocaban en los hospitales.

Hospitales... hospital... ¡Hospital!

¿Estaba en un hospital? Estaba fuera de la...

La...

¡La fábrica!

Con la poca fuerza que tengo me siento e inspecciono rápidamente el lugar en donde me encuentro, y para mí sorpresa no era un hospital.

Era mi habitación en la casa de papá.

¿Logramos salir?

Pero, ¿cómo?

¿Gemma?

¿Papá?

¿El tío Selim?

¿Qué estaba pasando?

Mi corazón se acelera a mil pensando en las posibilidades. Lo que más deseaba en este momento era que fuera cierto, si Agatha y Giovanni no habían tomado la casa de papá, entonces lo obvio era que había sido rescatada.

Las dudas, las preguntas, el miedo... ninguno dejaba mi mente en paz. No sabía si levantarme y ver qué era lo que estaba pasando o quedarme aquí y no arriesgarme.

No sabía qué hacer.

No tenía el control de mí mente ni de mí cuerpo.

Y menos tuve el control de mí miedo cuando escuché pasos acercándose. En ése momento mi corazón me amenaza con salir de mi pecho y que el grito que tenía atorado llenara la habitación de súplicas y ayuda.

La Estrategia de la Reina. #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora