¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? Solo veo oscuridad por doquier. No hay presencia alguna de luz, ni siquiera indicios de que alguna vez haya visitado este silente y lúgubre lugar.
Parece un espacio oculto, cimentado en la nada y en el olvido. Se siente tan frío, tan tétrico... y tan aterrador, que hace que se me erice la piel.
Sin embargo, eso no es todo. Siento que voy en caída libre, como si el ímpetu del viento golpeara mi espalda con una ferocidad similar a las embravecidas olas del mar, cuando arremeten contra una roca. Salvo que yo, a diferencia de la roca, sí me quiebro.
¡Oh, por Dios!
¡En verdad estoy cayendo!
Pero ¿hacia dónde?
Esta caída no parece tener fin. He perdido la noción del tiempo. No sé cuánto llevo aquí; las horas parecen siglos, y los siglos, pequeños instantes. Es un espacio anacrónico, donde el tiempo no existe. Y ahora, ¿cómo salgo de aquí?
Desesperado, miro a mi alrededor, pero, pese a mis esfuerzos, no consigo ver nada: estoy en el seno mismo de la oscuridad absoluta. Su manto me cubre por completo.
¡Espera!
¿Qué es eso que escucho?
Me parece oír voces, gritos de desesperación.
¿Acaso son almas errantes, cuyos lamentos se pierden en esta inmensa soledad?
Sus gritos producen un eco estremecedor, pero luego desaparecen en el silencio, como si se desvanecieran para siempre.
¡Qué desdicha!
Es lo único que escucho, además del zumbido que me produce esta eterna caída en el oído.
¿Acaso esas personas también han sido víctimas de esta desgracia que me ha acontecido de repente?
Recuerdo que iba caminando por un bosque, huía desesperado de mis raptores. Tenía varios días sin probar alimento alguno; apenas me daban agua.
¡Esos malditos insensatos! Nunca se sienten satisfechos con lo que la vida les otorga, siempre quieren más. Todo cuanto tuve en la vida fue gracias a mi esfuerzo y a mi capacidad de hacer negocios. "Negocios son negocios". Es con esa ética de trabajo, que pude escalar posiciones en la vida, y logré salir de lo más bajo de la sociedad, hasta convertirme en un exitoso empresario. Yo no era nadie, no tenía nada.Llegué a recibir galardones y muchos reconocimientos. He colaborado con diversas instituciones benéficas y he donado cuantiosas sumas de dinero para el bienestar de los menos pudientes, y así es como me pagan, esos ingratos.
Me secuestraron, me torturaron y me amenazaron con hacerle daño a mi familia si no atendía a sus demandas. Perdí dos dedos de mi pie izquierdo a causa de su salvaje procedimiento para hacerse con mi fortuna. Si no hubiera logrado escapar de ellos, de seguro ahora ya me faltaría la pierna completa, o quizás un brazo, o quién sabe, si algo peor. Esa gentuza es capaz de cualquier cosa.¡Cuánto atrevimiento!
¡Acusarme a mí de "estafador"!
¿Acaso no fui yo quien les dio empleos, construyó carreteras, hospitales, escuelas, etc.? Y así, tuvieron el descaro de decir que me hice de riquezas gracias a su empobrecimiento, que mientras más me enriquecía, ellos más empobrecían.
¡Que estupideces dicen!
Si todo lo que tienen es gracias a mí. Ese pueblo no era nada antes de que yo llegara. Les construí casas a los pobres, les patrocinaba los eventos culturales y deportivos, les suministré cargamentos de medicinas y les donaba cajas de comidas. Puse ese pueblucho a valer. Literalmente, les daba de comer con mis manos. Y es así como me lo agradecieron, esos malditos cuervos.
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Cien historias que contar
RandomColección de relatos cortos, que te dejarán pensando después de leerlos.