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Decir que el día se le hizo eterno era poco, ni siquiera sabía como es que aún tenía los ojos abiertos

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Decir que el día se le hizo eterno era poco, ni siquiera sabía como es que aún tenía los ojos abiertos. Acababan de terminar el entrenamiento de todas las tardes y él obviamente, a pesar de su cansancio rindió como de costumbre llevándose muchos elogios por parte de Izuku.

Estaba acostumbrado a ser alabado por todo el mundo debido a sus increíbles habilidades. Pero ahora, no quiere recibir ninguno, al menos por parte del pecoso, cada vez que escucha un: “¡Kacchan, eres increíble!”, su estómago se revolvía inmediatamente. No entendía por qué se sentía diferente a los demás. Tal vez era lo genuino de sus palabras, porque Deku elogia así a todo el mundo.

Sacudió la cabeza intentando alejar esos pensamientos, aunque poco funcionó. Con su humor cada vez peor, se quitó los zapatos y se adentró en los dormitorios, obviamente ignorando a todo el mundo. Quería llegar lo antes posible a su habitación y dormir hasta el otro día o la semana próxima.

Llamó al ascensor y esperó. Normalmente tomaba las escaleras, pero ahora sus pies apenas y se despegaban del suelo para caminar, se adentró en el cubículo y presionó su piso para luego dejarse caer contra la pared y soltar un sonoro suspiro.

—¡Estuviste genial en el entrenamiento, Kacchan! —prácticamente le gritó en su oído.

Katsuki dio un respingo ante la repentina voz, sin embargo se quedó en silencio y con la vista al frente ignorando por completo al más bajo.

Otra vez ese dolor de estómago se hizo presente. Su cabeza sólo repetía que posiblemente era gastritis y que con medicación se iría pronto. Estaba tan seguro de eso, que asintió para sí mismo ante unas atentas miradas.

—Lo siento, te asusté —pronunció visiblemente incómodo al ser ignorado por completo—. Realmente no fue mi intención —finalizó y dirigió también su vista al frente en completo silencio.

Bakugo lo miró de reojo al notar que se distrajo con su libreta. Sus rizos estaban algo aplastados debido al sudor y algunas gotas de éste mismo líquido caían por su sien. Recorrió su cara detallando cada aspecto, deteniéndose en sus ojos. Brillantes y enormes, Katsuki los definía como dos reflectores verdes que iluminaban todo a su paso.

Frunció el ceño ante sus pensamientos, pero no abandonó su labor. Sus ojos bajaron a sus mejillas dispuesto a contar sus pecas, pero la puerta del ascensor se abrió y Deku salió despidiéndose de él con una sonrisa.

Suspiró y se recargó aún más sobre la pared. Se le había hecho una eternidad y sólo fueron segundos. Tal vez matar a Denki ahora no sonaba tan mal, ese chico en menos de veinticuatro horas hizo estragos en su cabeza.

En cuanto llegó a su piso salió disparado a su habitación. Entró y azotó la puerta, pero nunca la escuchó cerrarse. Ni siquiera tuvo que mirar para saber de quienes se trataba, así que simplemente los ignoró y comenzó a quitarse la camisa del uniforme para ponerse su pijama.

Crisis Existencial • |DekuBaku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora