No dormí en toda la noche. Tras comprar aquel libro para el que había ahorrado durante meses, me apresuré a llegar a mi casa. Por lo general, me permitía caminar y distraerme un rato. Lo único que deseaba era estar en mi cuarto y leer hasta hartarme por completo. Una parte de mí me instaba a escribir, sin embargo, era consciente de lo infructífero que sería. Escribir sin saber qué querías contar estaba destinado a ser un fracaso absoluto. Ignoré el cosquilleo en los dedos que me pedía contar cualquier historia. ¿Qué me sucedía? No recordaba haber pasado por algo así.
El libro era grueso, sin embargo, me atrapó desde el primer instante. Durante la noche, avancé más de doscientas páginas sin aburrirme en lo absoluto. Mis padres no entraron para reclamarme, pues les había explicado que sería más seguro para mí no volver al colegio. Papá se lo había tomado con más calma que mamá, aunque algo en su mirada me llevaba a creer que me consideraba loco. Traté de pasar por alto su expresión preocupada cuando terminé de hablar.
Retiré mi atención del libro cuando los primeros rayos anaranjados se colaron entre las ventanas. Había tomado una buena dosis de café y no experimentaba ningún deseo de dormir. Quería seguir leyendo hasta que los ojos se me irritaran, pero aún tenía cosas por hacer. Hablar con Joseph, por ejemplo.
⸺¿Qué pasó ayer? ⸺pregunté. En cuanto callé, fue como si me abofetearan. Todos los problemas del día anterior habían regresado. Contuve las ganas de arrojar el teléfono para así poder fingir que todo seguía igual que antes.
⸺Pues le di un cuarto a Vleick y creo que durmió bien. Sería bueno conseguirle un teléfono; así no andas preguntándome por él. ¿Seguro de que no eres su papá?
Apreté los dientes. Aquella broma perdía su gracia, si es que la tuvo en algún momento. Entendía por qué Vleick me miraba como a un padre, pero él era mi amigo. Pasé mucho tiempo a su lado: aprendí con él, cometimos errores y aciertos juntos.
⸺¿Puedo hablar con él?
⸺Está justo aquí, al lado mío.
La voz de Vleick me llegó desde el otro lado de la línea: sonaba distante y melancólico.
⸺Hola, Ricardo.
Quise señalar que no me hubiese tratado como a su padre, pero quizás resultase contraproducente.
⸺Ah... hola. ¿Todo bien?
⸺Sí, todo bien.
⸺Pues... me alegro.
⸺Oye, gracias.
⸺¿Por qué? ⸺La última palabra de Vleick fue demasiado parecida a una despedida.
⸺Por hacerme. Me... me encanta existir.
⸺¿Estás bien?
⸺Perfectamente.
Durante el mes que transcurrió, mis sueños fueron extraños y pesados. Raised y Vleick se batían en un duelo. Vleick era mucho mejor que antes en el manejo de los tentáculos, casi tanto como André: lograba emplearlos para balancearse con rapidez y confundir al enemigo para, después, tomarlo desprevenido dejando que su tentáculo se cerrara en torno a su cuello. Raised, por otra parte, tenía a su favor cuatro poderes más, todos mucho más fáciles de aprovechar. Vleick tardó lo suyo en caer, aun así, acabó vencido por los acólitos de sangre, gente pálida y de ojos rojos ligada a la fuerza vital de Raised. Todos eran fuertes y muy ágiles. Fue cuestión de tiempo que lo abatieran. Raised se acercó a Vleick con pasos lentos, seguro de su victoria. Colocó la palma por encima de uno de los montones de fuego esparcidos por un salón infinito. A su mano acudieron las llamas, que se enroscaron para formar una pistola. Dirigió el cañón a la frente de Vleick.
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Metaficción
ФэнтезиLos límites entre la ficción y la realidad ya no existen. Tras abandonar una saga de libros que lleva escribiendo durante años, los personajes de Ricardo saltan al mundo real y esparcen el caos. Ricardo sabe que es el único que puede detener aquello...