"Quien se esconde en la ternura no conoce el fuego de la pasión."
-Alda Merini.
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Alessandro:
—Que pase una excelente noche señor Alessandro ...— mordió su labio color carmesí, robándome el aliento casi al instante.
Su voz no se era grave, pero tampoco aguda, era suave casi melodiosa; una voz que lograba hipnotizarme pero, al mismo tiempo podía notar el tono burlón que usaba cuando se dirigía especialmente a mi.
La joven mujer pasó a un lado mío dejando un apretón en mi brazo antes de marcharse provocando que me tensara al sentir su tacto.Era sumamente bella, podía decir con certeza que jamás había visto a una mujer así de atractiva. Tenía ese "algo" que emanaba fuego puro; tal vez eran sus curvas femeninas deliciosamente marcadas, o su aura de misteriosa sensualidad, quizas porqué su rostro era el de un puto ángel, con sus enormes ojos marcados que reflejaban inocencia total pero el infierno se desataba cuando te sonreía pícaramente. Todas estas características en una sola mujer eran desorbitantes y dejaban sin aliento a más de uno, incluyéndome.
Pero de que sirve la belleza si en tu interior no hay algo más "real" para ofrecer al mundo. No podía evitar pensar en lo seguramente superficial de su ser, además de escoger la vida fácil para existir, no llegó a ser más que una misera prostituta a sus veintes y eso le quitaba todo el atractivo.
Yo había tenido la suerte de casarme con una mujer linda tanto por fuera como por dentro. Sencilla, sin complicaciones.
Solté un suspiro exasperado debido a mis pensamientos.
—Es muy hermosa, ¿No?—dijo Rus sentándose nuevamente.
—La belleza exterior jamás ha sido algo que me robe el sueño.—contesté evadiendo su pregunta y restándole importancia, quería dejar de pensar en profundos posos azules con grandes pestañas.
—Pues tu cara me dice todo lo contrario, muchacho.—contestó riendo.
—Te recuerdo que estoy casado con Margaret y la quiero.—dije serio, acercándome al escritorio para poder sentarme frente a mí viejo amigo.
Desabroché mi saco y me senté.
—Hablando de Magy, ¿Cómo van respecto a ese tema, llegaron a un acuerdo?—preguntó genuinamente interesado.
Llevé mi mano a la cara acariciando la incipiente barba que apenas estaba saliendo, con tantas cosas en la cabeza no había recordado afeitarme.
—No, esto está siendo un maldito desastre... Magy y yo siempre hemos sabido comunicarnos bien, llegamos a acuerdos rápidamente, reflexionando sobre lo mejor para la relación pero esto me sobrepasa, no sé cuánto tiempo seguirá así, estoy harto de no encontrar salida—me quejé buscando desahogo.
—Es un tema bastante delicado Alessandro, es una decisión crucial para su matrimonio y lo que hagan afectará bastante en su relación.— dijo recordándome lo que yo ya sabía.
Russell abrió uno de sus cajones sacando su ya conocida cajita de madera oscura, tenía un precioso tallado egipcio y era donde guardaba sus preciados puros. Extendió la caja hacia mi ofreciendo su contenido, dudé un segundo pues hace mucho no fumaba pero el estrés me carcomía vivo así que tomé uno entre mis dedos, Russell me ofreció el encendedor y lo tomé prendiendolo.
Llevé el habano a entre mis labios e inhalé el humo que rápidamente se extendió en mis pulmones, y la nicotina hizo su efecto relajándome al instante. Definitivamente lo necesitaba.
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Dulce pecado...
RomanceLo prohibido, aquello que no podemos poseer y nos supone algo de adrenalina en la sangre a veces es aquello que más deseamos. Solo recuerda, querido Alessandro, que entre más alto nos hagan subir, más estrepitosa será nuestra caída.