Cristian suspira y se tira en la cama.
-¿Podés cambiar los ánimos, hermano?- pregunta Lisandro mirándolo sentado en su cama y Cristian se refriega el rostro.
-No estoy para tus gud baib- contesta Romero pronunciado el inglés de manera terrible y Martinez ríe.
-Dale bola, no podés estar así, tenés que cambiar las energías- lo anima arrodillandose al lado de su cama para quedar frente a frente, Cristian sonríe.
-¿Y esa pose? Goloso- ríe y Lisandro rueda los ojos robándole un pico.
Cristian sonríe y acaricia su cabello cuando siente la puerta abrirse.
-No me la contés- habla Nahuel tapándose los ojos con las manos y Cristian estalla en risas.
-No estábamos haciendo nada, Moli- ríe y se sienta en la cama dejando a Lisandro arrodillando entre sus piernas.
-Me parece que ahora sí- bromea Lisandro y se levanta sentándose al lado del cuti.
-A ver- bromea Nahuel y ahí está de nuevo.
Tensión sexual.
Los tres sueltan una risa nerviosa y después siguen con lo que hacen como si nada hubiera sucedido.
Como si la idea de que Nahuel los viera o participara de algun acto sexual con ellos no los calentara.-Te traje los palos santos que me pediste Licha- habla Nahuel recordado el porqué de su llegada a la habitación de la pareja.
-Uh, sos un rey- sonríe agarrando lo que le extiende. -¿Cuánto te debo? ¿Recibís efectivo? Si no te paga el Cuti con el cuerpo- bromea y aparece una vez más aquella maldita tensión.
Estos tres no recuerdan cuando las bromas entre ellos tomaron esa dirección, mucho menos en el momento en que las cosas se tornaban un poco incómodas o raras por las miradas que compartían.
O tal vez dos de ellos sí lo recordaban...[...]
10 de Julio de 2021
Habían salido campeones de América y la felicidad era inmensa, todo era color de rosa.
Sus pechos estaban llenos de emoción y no podían creer que se habían consagrado con aquel título.
Habían tenido su merecido festejo pero para Cristian y Lisandro parecía no ser suficiente celebración..Sus lenguas recorrían la cavidad bucal del otro, danzaban en un compás nada suave, parecía una verdadera guerra.
Las manos de Cristian apretaban su cintura y los brazos de Lisandro rodeaban el cuello del contrario.
De un momento a otro, ya sin ropa que les estorbase, Lisandro estaba arrodillado entre las piernas de Romero acatando la orden que el mismo le había dado hacía unos segundos.Cristian cogía sin piedad la boca del número veinticinco del seleccionado argentino.
El placer recorría sus cuerpos y la adrenalina también, nadie en el plantel sabía sobre su relación, ni siquiera aquél muchacho que tanto querían y consideraban un hermano; Nahuel Molina.
Quien sin poder dormir había decidido aquella noche dirigirse a la habitación de la pareja y se había llevado una buena sorpresa.