"Oden" [Yamato x Hiyori] [One Piece]

Capítulo 11

Kuri no estaba exclusivamente cerca de la capital de las flores. Iba a ser un viaje largo a caballo. Hiyori iba con ropas no tan coloridas para no llamar tanto la atención y un bolso con los rollos que le había dado su hermano.

Su caballo iba galopando a mucha velocidad, no sabía si iba a llegar hoy mismo. Después de todo, con lo de Orochi, algunos puentes aún no habían sido reconstruidos. Esperaba poder estar allá para el anochecer.

El camino iba siendo relativamente tranquilo, ella se sentía un poco segura. No tenía mas arma con ella excepto un cuchillo, ya que le había dado la espada que le heredó su padre a aquel espadachín de cabello verde por la espada Shusui.

Ahora que lo pensaba, ese hombre era atractivo y valiente. No podía negar que se sintió atraída a él cuando lo conoció. En su momento no le había importado haber dormido junto a él para calentarlo cuando estuvo herido.

Podría haberse dado algo entre ellos. Ella podía sentir sentimientos hacía él, pero el hombre solo parecía amar la espada. Un verdadero samurái, dedicado solo a su espada.

Era gracioso, había recordado la frase de uno de los samuráis que seguían a su padre: "Un espadachín solo ama a su espada y por ella morirá".

Yamato no era un samurái, aunque era seguro que había conocido al menos a uno. Sabía eso porque la había escuchado decir que Roronoa tenía cierto parecido físico con uno de los que conoció.

Estaba pensando tantas cosas que no escuchó que otro caballo se acercaba. El sonar de los cascos en el suelo y el relinchido del caballo de un desconocido jinete se estaban acercando.

Volteó hacia su derecha y vio como se acercaban varios caballos. Sus jinetes tenían el rostro cubierto, esos eran ladrones. Agarró las riendas de su caballo con mucha fuerza para que acelerara el pobre animal.

—¡Derriben al caballo! — gritó uno de ellos. Estaban preparando los arcos para dispararle en las patas a la criatura.

—¡No! — gritó cuando empezaron a lanzar las flechas y le daban al caballo. Las flechas en las patas hicieron que tropezara, haciéndola caer con mucha fuerza contra el piso. Dio un fuerte quejido mientras abrazaba el bolso de Momo y mantenía una mano dentro de su kimono agarrando el cuchillo por si lo necesitara.

—Pero miren que belleza tenemos aquí— dijo uno de los hombres cuando se acercó a ella. Tenía una espada en su mano y una cara desagradable.

—¡Aléjense de mí! ¡Ahora! — gritó mientras sacaba el cuchillo para amenazarlos.

—Vamos primor, solo danos lo que tienes y puede que no te hagamos tanto daño— se iban acercando lentamente para ver qué tan cerca podían llegar a ella.

—Oigan, ¿esa no es la princesa? — mencionó uno de ellos y Hiyori sintió miedo. Que era la hija de Kozuki Oden era lo ultimo que debía de saberse para tipos como estos.