Si tan sólo...

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¡Hola de nuevo! Lamento mucho la tardanza, la verdad pensé que habría podido publicar esto la semana pasada, y de hecho terminé de traducirlo, pero me faltaba pasarlo a la computadora y revisarlo. Ayer terminé de pasarlo a la computadora y hace menos de cinco minutos que lo declaré oficialmente terminado.


Como ya saben, esta historia se la dedico a Sakura Hecate, quien me ha apoyado mucho. ¡Epero que te guste!


Nota original (que también podría ser la nota de actualizada):


¡Lamento tanto la tardanza! ¡De verdad creí que tendría este capítulo terminado hace una semana! Tenía la mayor parte den mi mente, es decir, la idea, pero fue más difícil escribirlo de lo que pensé, y luego se terminaron las vacaciones y tuve que escribirlo mientras iba a la escuela y la tarea y bueno... fue algo complicado, ¡pero por fin puedo decir que está terminado!


Lo terminé ayer, pero fue hace diez minutos que terminé de releer y corregir.


¡Por favor, disfruten!


Capítulo 2

Si tan sólo...


Habían pasado tres días desde que el hijo de Apolo había dicho... Bueno, dicho eso. Tres días completos, y no habían sido precisamente los mejores para Nico.


Actualmente se encontraba en su cabaña, su mirada fija en el techo de madera negra, acostado sobre su cama, y completamente despierto.


Las ojeras de sus ojos eran ahora más notorias que nunca puesto que había dormido menos que antes, lo cual hacía que esa cantidad descendiera casi peligrosamente, dado que no tenía mucho sueño para perder en primer lugar.


Y alguien podría preguntar "bueno, ¿y no había conseguido alguna clase de pastillas mágicas que se suponía hicieran que durmiera más?" Sí, el problema era que la botella transparente se encontraba sobre el buró de ébano de junto a su cama, vacío, las pastillas que había contenido desaparecidas hacía tiempo.


La verdad era que habían funcionado, durante los primeros dos días. El problema era que había estado demasiado nervioso como para dormir, y eso lo había llevado a consumir prácticamente la mitad de las pastillas la primera noche, sabiéndose incapaz de dormir de otra forma. Había hecho lo mismo la noche siguiente, y para la tercera, no había más pastillas a las que acudir, lo cual era la razón lógica de que ahora estuviera tan falto de sueño.


La otra razón para su insomnio llevaba el nombre de William Solace, y él sinceramente gustaba más de esa razón. No, alto. No le gustaba. Se refería a que el responsable de su falta de sueño era él, no a que le "gustara" de una forma romántica. Aunque lo cierto era que no le desagradaba tampoco...


Bueno, de hecho, sí lo hacía.


El hijo de Apolo era la razón de su insomnio, y el porqué de que su corazón se acelerara ante su simple pensamiento. Y eso sí le desagradaba.


Pero él le gustaba, le gustaban sus agraciados movimientos, su sonrisa llena de confianza, la manera en que el lado derecho de su labio superior parecía elevarse más que el izquierdo cuando sonreía, ese tranquilizante tono de su voz, su... Él, simple y sencillamente.

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