Me encontraba corriendo hacia la nada en un pasillo infinito, tenía un arma en mis manos y a mi lado estaba Evangeline, huíamos de personas que ni siquiera podía ver bien, las ventanas reflejaban el amanecer ardoroso que opacaba mi vista y me hacía sentir cada vez más confundido. Sin embargo, mi compañera Evangeline es mi guía en estos momentos y más aún cuando se trata de la escuela en dónde crecimos, que hoy en día sería atacada nuevamente por inhumanidad y el disparo del gatillo hacia un inocente. De pronto, al fin vimos algo que podría salvarnos, o mejor dicho, un lugar para escondernos, eran cinco habitaciones y si bien en cada una te ibas a encontrar una escena de terror, sangre, y desgracia, para nuestra buena suerte, solo entramos en una en donde no había absolutamente nada, ni nadie, solo una pequeña cama con una sábana blanca y un crucifijo encima de ella.
Nos escondimos debajo mientras esperábamos a esos hombres de casco, no dudé en jalar el gatillo en cuanto entraron, le disparé a uno de los seis que habían, quedé completamente resignado y en ese momento le pedí a Evangeline saltar desde ese piso del convento para llegar directamente a la escuela y pedir ayuda, fue una idea totalmente descabellada pero que al fin y al cabo funcionaría, lamentablemente funcionaría solo para mí, ya que ella se soltó de mi mano y se quedó estática, yo salté, me dí cuenta de que la altura no era demasiada pero sí era demasiado tarde para convencerla, estaba rodeada de esas personas y pensé rápidamente en gritarle que luche con todas sus fuerzas pero cuando me giré la cabeza traes el doloroso impacto de mi cuerpo con la acera, todo el lugar estaba siendo atacado por esos hombres, una mujer ordenaba a todos a disparar, en lo poco que podía escuchar, la mujer gritaba que se trataba de la nueva orden mundial y que era su deber hacer lo que tenía que hacer, me quedé totalmente congelado, pero no podía estarlo por tanto tiempo, tenía que volver por Evangeline, quién seguía viendo por la ventana, con un rostro pálido que me miraba con ojos muy opacos. Le rogaba a Dios que no le pasara nada, puesto que esos hombres solo la rodeaban pero no le disparaban. Al poco tiempo me dí cuenta de todo lo que había pasado, el sistema educativo había cambiado de la noche a la mañana y todo aquel que se opusiera sería castigado o eliminado, incluyendo a los estudiantes. A ellos no les importaba nada, fueron sanguinarios, pusieron a los que estaban en su contra en una fila, les pusieron una manta en sus cabezas y no me atreví a ver tal escena, para ese entones me encontraba al otro lado del colegio, estaba buscando a mi padre, quién también trabajaba ahí, tardé mucho tiempo, buscando en cada salón, en donde solo veía gente asustada y escondida, de pronto ví que se acercaban todos los nuevos directivos para poner "orden", ahí ví a mi papá, y me dió la llave del último piso en dónde había un pequeño cuarto, sin darme explicaciones y con una mirada nerviosa, siguió su camino, yo sabía exactamente a qué lugar debía ir.
Abrí la puerta lo más rápido que pude y lo primero que ví fue a un perro inquieto, era mi mascota, esto solo me hizo pensar en que también habían ingresado a las casas, la situación era más grande de lo que creía, pero había alguien más que inesperadamente encontré después de casi haberla dado por perdida, era mi querida Evangeline, con una mirada fría y apuntando hacía el piso, tenía los brazos cruzados y no podía ni siquiera verme directamente, la estaba convenciendo para escapar pero otra vez fue obstinada, se quedó allí y le puse seguro a la puerta, salí despavorido puesto que estaban llegando más personas con armas que ponían a todos los estudiantes en fila para darles órdenes. Corrí bajando las escaleras hacia el final del largo pabellón hasta que unos encapuchados me tomaron bruscamente del brazo y me pusieron junto a otros estudiantes en un salón. A este punto todos estabámos fríos, con miedo, pero con unas ganas de vengar a todos los que mataron, podía sentirlo. No obstante, en un abrir y cerrar de ojos, los gritos alarmados de la gente en el establecimiento se elevaron de una manera petrificante. Uno de ellos o varios, no sé si los estudiantes o uno de los invasores, empezó a incendiar la escuela, casi todos los que estaban conmigo se levantaron y salieron atropelladamente en búsqueda de una salida para escapar inmediatamente del colegio, pero en ese momento. Yo solo podía pensar en Evangeline, quería estar con ella para no formular las mismas preguntas en mi cabeza que aceleraban mi corazón asustado. ¿La habrán capturado? ¿Estará de rehén? ¿La ejecutarán justo cuando tenga el valor de salir de este salón? Cuando salí del lugar finalmente, captando debilmente las siluetas de algunos chicos que se quedaron en el salón, el alma se me salió de repente como un estallido, cuando al llegar a la habitación del último piso la puerta estaba abierta, llena de enmendaduras, no había nadie adentro, pensé por un momento que todo estaba perdido, ya que las llamas se esparcían por todo el lugar también. En ese momento, casi como un explosivo, apareció en mi mente el recuerdo de otra chica que al igual que Evangeline, había marcado mi alma como nadie más, no podía permitir que se perdiera en mis recuerdos, estaba en el mismo lugar que yo, tenía que buscar a las dos, pero era casi imposible, cada salón estaba en llamas e incluso habían estudiantes que seguían escondidos al fondo y junto al amenazador fuego. Honestamente no sabía qué hacer, ni a quién rescatar, solamente sé que aquella chica, Helena, desapareció entre las llamas frente a mis ojos lagrimeantes y borrosos junto con muchas otras personas. Sin embargo, ella no sería la única persona importante que iba a perder esa mañana.
10:00 AM. La contemplé paralizado a punto de perder la fuerza en mis rodillas, estaba rodeada de un cúmulo de gente amontonada en el suelo en una esquina adyacente a la salida del colegio, yacía muerta, con los mismos ojos opacos que solo brillaban de vez en cuando, para mí. En ese entonces recordé una escena anterior a la castástrofe que nos obligó a despojar nuestros adormecidos cuerpos. Antes de que mi mente se congele y empiece a correr hacia ese pasillo infinito, le dije a Evangeline que la quería, no de una forma amical, sino de una forma seria y llena de la pasión de desbordaban mis poros al estar con ella, puesto que ese presagio de que algo incierto y maligno se acercaba, ella me contestó de forma acelerada y directa "¿Y por qué quieres terminarlo? sonriendo pero conteniendo sus lágrimas. Me quedé pasmado pero a la vez confuso, no lo entedí por un segundo, luego instantáneamente comprendí que se refería a nuestra amistad, que, por azares del destino, terminó o mejor dicho quedó en pausa días atrás de una manera no tan concreta ni correcta. Dejé de lado mis recuerdos y regresé al presente solo para verla tirada en el suelo, en medio del caos y por primera vez la ví bien sin sus lentes, sus ojos estáticos viéndome y el reflejo de la luz en ellos, me decían que ella sinceramente me iba a querer por toda la vida.
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Sueños: Entre realidades y fantasías
RandomHistorias de sueños que tuve que describen momentos en la historia. Metafóricamente hablando.