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El sonido de la puerta cerrándose tras Bogum fue como un puñetazo en el estómago. Uno más, si cabía. Jungkook no quería que se quedase, pero en ese momento tampoco habría elegido que se fuera así, como si haberle salvado fuera una carga que no quería tener que soportar. Le gustaría haber tenido la última palabra, decirle que él no le había pedido que lo hiciera, pero tenía un nudo en la garganta. Estaba apretándole desde que Jimin había dicho la palabra "expulsión".

—No te preocupes, Jungkook, se le pasará en seguida. —le dijo la voz amable de Minjae. El representante le sonreía casi lastimeramente.

Jungkook asintió despacio, en parte porque no quería someter a su cuello a movimientos bruscos y en parte porque, si no se controlaba, algo dentro de él iba a estallar. Lo sabía con la seguridad de quien sabe que el sol caerá al terminar el día.

Minjae se acercó a su camilla.

—Te explicaré lo que haremos. —anunció. —Has tenido un accidente, sí, pero no es el fin del mundo. Tenemos la suerte de que estás bien y que podrás volver a entrenar en un par de días. La gente lo entenderá. El equipo de redes sociales ya está trabajando para recuperar lo perdido.

—¿Lo perdido? —preguntó Minho.

—Sí. Es normal que después de una caída así, sobre todo si ha sido en directo, se pierdan algunos seguidores. ¡Pero está bien!  —se apresuró a añadir. —Los tendremos de vuelta en seguida. Y a los patrocinadores que se han ido también. Será la historia de superación perfecta para cuando ganes los Juegos. Además, la noticia del accidente ha hecho que nadie se pregunte por lo que pasó justo antes, así que es otro punto a nuestro favor. Lo usaremos para...

Minho siguió hablando, asegurándole que todo iba a salir a pedir de boca y contándole detalles maravillosos sobre la publicidad que todo esto les traería. Por cómo hablaba casi parecía que el accidente había sido algo bueno, y a Jungkook no le extrañaba: después de todo, era una historia, y si había alguien que adorase las buenas historias más que el público, esa era la propia industria.

La industria, pensó, porque, mientras su representante planeaba en voz alta la fecha en la que volvería a aparecer en un evento público, en sólo un par de semanas, fue eso a lo que su mente se aferró.

A la industria idílica a la que había entrado cuando sólo era un niño.

A la industria adictiva que se había convertido en el aire que respiraba.

A la industria de humo que le había esclavizado durante años.

A la industria incansable que siempre pedía más, más, más.

Cuando bajó la cabeza el rostro de Jieun se materializó frente a él, consumido y exhausto, y sus labios se movieron para modular una sola palabra.

Más.

Jungkook cerró los ojos.

—Lo dejo.

Fue como si hubiera lanzado una bomba, porque la habitación se quedó en silencio de golpe, las respiraciones de las dos personas allí con él cortándose de un latigazo. Fue tan abrupto que, hasta que escuchó a Minjae hablar un largo minuto más tarde, la única prueba de que realmente había dicho aquello en voz alta fue la calma desbordante que le invadió de pronto. Afilada, dolorosa, pero... calma.

—¿Qué? —preguntó el representante. Sonó ahogado, como si no se lo creyera, y el nudo en su garganta se engrosó.

Lo dejo, quiso repetir. Pero las palabras no salieron.

—Pero... no puedes hacer eso. —Minjae soltó una pequeña risa nerviosa. —No puedes, Jungkook.

Sí podía.

Olympic - TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora