26.

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Ethen.

Cuando pensaba que no se podía odiar más a alguien de lo que ya odiaba a Bryce Cooper, llega a hacerle daño a la persona más especial que conozco y haya conocido nunca, al alma más pura existente en la Tierra. Ver a Amber con él ya me partía el corazón en pedazos, pero era mucho peor verla mal por él.

Le odiaba tan profundamente que ni siquiera me di cuenta de cuando mi puño chocó con su mejilla en la puerta del instituto el primer día de clase después de la acampada. Lo siguiente de lo que me acuerdo es de haber esquivado el puñetazo que pretendía devolverme él, darme la vuelta después de escupirle a la cara algún insulto que no recuerdo con exactitud y subirme al coche después de asegurarme de que Amber no estaba allí.

De lo que sí me di cuenta fue de que Cooper iba andando cada vez más rápido detrás de Amber con los puños apretados. Y supuse que pensaba tomar venganza por mi acción con ella. Cuando vi a través de las puertas de cristal del instituto que Amber empezaba a acelerar el paso al darse cuenta de la intención de Cooper, entré al edificio y tiré de su brazo hasta meterla dentro de una clase y hacer que se agachase a mi lado.

- No te preocupes Amber, ya está – le susurré para calmarla.

- ¿Cómo has llegado? Pensaba que ya estabas en casa.

- Iba a irme cuando vi a Cooper.

- ¿Le pegaste de verdad? - me preguntó mirándome.

- Sí Amber, claro que sí.

- ¿Por qué lo hiciste?

Mi corazón se aceleró al mirarla a los ojos antes de responder.

- Porque... porque me gustas. Eres una niñata insoportable y me has jodido la vida pero me gustas. Y no podía soportar la idea de que hubiese aplastado tu corazón cuando lo tenía en las manos, no podía soportar la idea de que ese hijo de puta hubiese desaprovechado lo que yo quiero tener, a ti.

Su respuesta hizo que el corazón me latiese aún más rápido de lo que ya lo hacía, si es que eso era posible.

- Pues... Tú eres un capullo, un pijo y un imbécil, y a veces te odio, pero también me gustas.

Escuché la puerta de entrada del instituto cerrarse y, suponiendo que era Bryce Cooper quien había salido, solo me levanté y salí sin decir nada.

No debí haberme ido, y definitivamente no debería estar subiendo a mi cuarto a una chica que me había cruzado en esa fiesta de mierda. No cuando lo único que querría sería estar con Amber, abrazarla y decirle lo que siento por ella. No cuando al ver a esa chica lo que me imagino son los ojos marrones de ella.

No debía estar bebido, no debí haber probado un agota de alcohol y no debería haber dejado a Amber verme en ese estado. No cuando lo único que quería era que ella me mirase como yo la miraba a ella.

Nada más cerrar la puerta del dormitorio y mirar a la chica que estaba sentada en mi cama, supe que eso estaba siendo un error y que no podía seguir.

Ella me miró atentamente mientras yo me sentaba a su lado sin dirigirle mi mirada.

- Tienes que irte de aquí, no puedo hacer esto, es un error, lárgate – le dije con el semblante muy serio.

- ¿Qué? Pero... pensaba que estaba bien. ¿Ha pasado algo?

- No, no debí acercarme a ti y mucho menos besarte e invitarte a subir. Vete.

- ¿Qué ha pasado Ethen?

- No me llames así, soy Williams para ti, y no ha pasado nada, no puedo hacer esto, márchate, por favor – hice una pausa para acomodarme -. Y sigue disfrutando de la fiesta.

- Eres un hijo de puta, sabes que me gustas desde el primer curso.

- Me da igual, te estoy pidiendo por favor que te largues de mi habitación, y como digas una sola palabra más te voy a echar yo mismo, pero de esta casa, ¿entendido?

- Pensaba que tú nunca rechazabas un polvo.

Sin decir nada, me puse de pie y la agarré de la muñeca tirando de ella con cuidado hasta sacarla de la habitación. Luego entré y me giré para mirarla desde dentro de la habitación.

- Y da gracias a que me has cogido con paciencia, porque como me tocases los cojones cualquier otro día, habrías salido de esta casa en menos de lo que tardas en ponerte un solo tacón. Aprende a aceptar un puto no por respuesta, y por favor, no vuelvas a acercarte a mi – le pedí cerrando la puerta en su cara.

Había intentado ser lo más amable posible, pero aún intentándolo no me salía como con Amber. Nada era con nadie como era con Amber. Ella hacía todo diferente. Más fácil, quizás. O más especial, no lo sé. Lo único que tenía claro, es que con ella sí que merecía la pena, todo.

Bajé al salón cuando ya estuve más tranquilo, y vi a Amber sentada sola en un sillón, así que me acerqué a ella y solté una frase que sé que si no hubiese sido por estar algo borracho por primera vez en meses no habría soltado jamás. Bueno, o al menos no a ella.

- ¿Por qué no quieres estar conmigo? Cualquier chica del estado querría ser tú y que las mirase a ellas como te miro.

Ella se sobresaltó y me miró.

- Ethen, ¿estás borracho? - me preguntó mirándome y tirando de mi al verme desestabilizarme para sentarme a su lado.

- ¿Yo? Sí, pero te he hecho una pregunta, así que responde.

- Pensaba que no bebías – dijo en el intento de seguir evitando el tema.

- Y no lo hago, respóndeme a la pregunta Amber Damon- exigí.

- Precisamente porque yo no soy cualquier chica, Ethen. Podría caer a tus pies, pero conozco tus intenciones al acercarte a las chicas y no voy a ser una más de tu lista, no voy a dejar que me hagas daño como a las demás – soltó atropellándome un poco más por dentro con cada palabra que soltaba.

- No pretendo hacerlo porque quiero estar contigo de verdad, tienes que creerme y confiar en mí.

Te quiero.

Pero no lo dije, se quedó atrapado en mi garganta y no lo solté cuando debí hacerlo, cuando era necesario y cuando por primera vez mi corazón y mi mente se pusieron de acuerdo en que eso era lo que quería decir. Porque nunca había dicho a nadie que lo quería, y hacerlo sería volverlo aún más real de lo que ya era, y hacerlo real implicaba hacerme más vulnerable al daño.

- Ya, ¿me ves la cara de idiota? Llevas toda la vida liándote con una y con otra, ¿y ahora tengo que creerme que no vas a ser así? ¿Por qué ibas a cambiar ahora, de la nada?

- Por ti – dije con toda la sinceridad que existía en mi voz.

Pero aún así, ella solo me respondió con una carcajada sarcástica y un "adiós" antes de levantarse y alejarse, recogiendo su vaso de la mesa.

Ramé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora