JunMyeon suspiró. Empezaba a ver las cosas desde el punto de vista de SeHun y se sintió culpable. Por desgracia, no quería hablar de todas aquellas cosas que SeHun le estaba haciendo recordar. Y sin embargo, si era cierto que SeHun había perdido la memoria de aquella noche, lo justo era que JunMyeon le ayudase a rellenar las lagunas que tenía en la mente.
—Antes de que te desmayases en la cena habías desaparecido y yo fui a buscarte. Estabas con Luhan. —le dijo JunMyeon en un tono apagado, carente de toda emoción.
—Me acuerdo de esa parte de la velada. —SeHun frunció el ceño—. Entonces todavía estaba sobrio porque lo recuerdo perfectamente. Luhan estaba alterado. Lo saqué de la sala porque no quería que montase una escena delante de todo el mundo.
JunMyeon se mordió el labio inferior y lamentó no haberse dado cuenta antes de que SeHun iba a salir con un argumento del estilo del que acababa de utilizar. SeHun era muy ágil cuando se ponía a la defensiva.
—Cuando los vi, estaban abrazados como si fueran Romeo y Julieta. Te aseguro que la cosa no parecía tan inocente como tú lo cuentas SeHun. —contraatacó JunMyeon.
—¿Y por qué no hablaste de ello cuando ocurrió? —le exigió SeHun con un repentino enfado—. Créeme JunMyeon, no ocurrió nada...
—¿A no? ¡Estabas besándolo! —le gritó JunMyeon perdiendo la compostura—. De verdad que no tienes vergüenza.
SeHun sostuvo su mirada acusadora con una frialdad desafiante al tiempo que pensaba en lo sexy que resultaban los labios de JunMyeon.
—Luhan se echó a llorar y me besó... —dijo SeHun a continuación—. Intenté apartarlo...
—Claro, claro y entonces yo ya me había ido... En cualquier caso, SeHun, ya me da igual. —le respondió JunMyeon con los labios apretados y dos sombras sonrosadas iluminándole las mejillas—. Lo único que quiero de ti ahora es el divorcio.
—Olvídate de eso. Eres un Oh. Eres mi esposo. —replico SeHun—. Toda esta conversación me resulta ofensiva...
—No lo es. —los ojos de JunMyeon se oscurecieron por la emoción—. Lo que es ofensivo es que me digas que no tengo derecho a pedirte el divorcio.
SeHun se irguió alzando su poderoso pecho, respiró hondo, dejó escapar un lento y bien medido suspiro y dijo:
—¿No crees que deberíamos dar una oportunidad al matrimonio antes de empezar a hablar del divorcio?
FUE tan grande el silencio que siguió a la pregunta de SeHun que, si una pluma se hubiera posado sobre el suelo en ese momento, habría sonado tan fuerte como una roca.
Estupefacto JunMyeon abrió la boca para responder y, al momento, la cerró de nuevo tras descubrir que SeHun tenía la mirada absorta en sus labios. JunMyeon examinó cada uno de sus gestos, incapaz de creer lo que estaba oyendo. SeHun no podía haber dicho lo que acababa de escuchar. Y si de verdad había dicho eso, sin duda JunMyeon debió de haberlo interpretado mal.
Consciente de que sus legendarias habilidades de negociación le habían traicionado esa vez, SeHun intentó recuperar su ventaja.
—Piensa en ello JunMyeon. —dijo SeHun—. Hace siete años no éramos más que unos adolescentes. Así que hicimos lo que teníamos que hacer y luego cada uno continuó por su lado. Ni siquiera intentamos vivir juntos. Pero ahora somos adultos y hemos aprendido más de la vida.
JunMyeon sintió como si un cohete fuera a salir disparado de su interior. Cerró firmemente sus ojos. ¿Qué demonios le pasaba a SeHun? Siete años después de haber roto su corazón en mil pedazos con su habitual indiferencia, SeHun estaba intentando dar una oportunidad a su matrimonio como si tratara de salir a comprar un par de zapatos nuevos. A JunMyeon le entraron ganas de gritar, pero jamás se rebajaría a hacerlo antes de tener la oportunidad de reprocharle a SeHun su increíble osadía. ¿Cómo atrevía SeHun a ofrecerle ahora lo que más había ansiado hacía siete años atrás? JunMyeon pensó en las cosas que guardaba en el interior del baúl de madera que se encontraba en un rincón justo detrás de SeHun. El corazón de JunMyeon empezó a galopar y a punto estuvo de pararse al notar cómo regresaban las viejas angustias. JunMyeon no era lo suficientemente alto ni atractivo, ni delgado para un hombre que hacía que se girasen por la calle tanto las cabezas de las mujeres como las de los hombres.
—No, gracias. —contestó JunMyeon como si acabara de rechazar una bebida.
SeHun no podía dar crédito a la manera con el que JunMyeon lo estaba rechazando. Estaba sacándolo de quicio, pensó SeHun lleno de ansiedad. En lo más profundo de sí mismo, siempre había guardado la esperanza de que algún día las cosas entre ellos fluyeran y se instauraran como un verdadero matrimonio. Algún día. Nunca había dudado de ello. Nunca había sentido siquiera la necesidad de pensar en ello. Sabía que JunMyeon lo esperaría. Que esperaría, con la paciencia que caracterizaba a un chico inteligente como JunMyeon, JunMyeon esperaría hasta que SeHun estuviera por fin preparado para comprometerse de lleno al matrimonio y luego de eso vivirian felices por siempre.
—Piensa en lo que estás diciendo JunMyeon. —dijo SeHun con apremio—. Se trata de ti, de mí y del hecho de que ya estamos casados.
—Sólo sobre el papel SeHun. —acoto JunMyeon—. El matrimonio no se ha consumado.
—Pero podríamos hacer que fuera real... —dijo SeHun lentamente, con su profunda entonación ronca.
Nadie sabía cuánto se había esforzado siempre JunMyeon por resistirse al intenso carisma de SeHun. Hubo un tiempo en el que una ocasional sonrisa de SeHun o incluso un matiz de ternura en sus ojos, había bastado para hacer que el corazón de JunMyeon se desbocara. Pero ese tiempo había pasado, se dijo JunMyeon sin compasión.
—No quiero hacerlo real. —dijo JunMyeon—. Quiero el divorcio y lo quiero ahora.
SeHun tocó a JunMyeon con sus firmes manos y se dejó estrechar entre sus brazos. Bajo el pecho de JunMyeon latía con fuerza su corazón. Algo en su interior le pedía que diese un paso atrás, que se echara a reír y que se retirara con estilo. Sin embargo, había un problema: no quería. Una pequeña voz emergió del subconsciente para decirle que tenía perfecto derecho a dejarse llevar por la curiosidad y averiguar qué era lo que sentía al tener a SeHun cerca, pecho contra pecho.
—Puede que yo no sea lo que se dice un romántico... pero, en otros aspectos, soy bastante bueno. —ronroneó SeHun.
—Eres demasiado modesto. —JunMyeon estaba tan tenso, tan embargado por la expectación, que apenas podía respirar. Oprimido por una intensa confusión, era incapaz de pensar. Se sumergió en el tacto de los largos y broncíneos dedos de SeHun que le recorrían las mejillas para zambullirse después en la cabellera. Le levantó ligeramente el rostro para poder estudiarla mejor con sus impresionantes ojos.
—La humildad no gana batallas. —SeHun bajó su arrogante mirada—. Si huyes esta vez, iré tras de ti JunMyeon...
Se formó un nudo en el estómago de JunMyeon. Apretó los muslos y las cimas de sus pezones se desbordaron en una oleada de sensaciones; las rosadas cumbres, prisioneras de un placentero hormigueo. Un cálido color inundó sus mejillas. La boca de SeHun invadió sus labios. JunMyeon tuvo una sensación de intimidad desconocida hasta entonces para él. Agarró a SeHun por la solapa de la chaqueta para permanecer erguido. Bum-bumbum, marcaba el ritmo su corazón. La lengua de SeHun asaltó la tierna plenitud de sus labios y aguijoneó a JunMyeon con una sensación tan placentera que lo hizo temblar. Quería más. El cuerpo de JunMyeon era como un muelle demasiado apretado.
Quería ahogarse en el dulce y depravado placer que SeHun le ofrecía y olvidarse de su orgullo de una vez por todas. Pero, al estrecharlo SeHun con sus fornidos brazos, se golpeó el talón contra un baúl de madera que había en un rincón y una fría vergüenza hizo presa a JunMyeon. De repente, fue dolorosamente consciente de su apetito carnal y de su debilidad.
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7v7 gracias a las dos personitas que comentan y a las que no tambien.
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ENTRE DINASTIAS -SEHO
RomanceEl chaebol (en hangul, 재벌; en hanja, 財閥) es un modelo empresarial basado en grandes conglomerados con presencia en distintos sectores económicos, que se ha desarrollado en Corea del Sur. Las compañías que presentan esta peculiaridad se caracterizan...