XII

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La pregunta dejó perplejo a JunMyeon.

—¿Embarazado yo? —balbuceó JunMyeon—. ¿Quieres decir que no usaste...?

—Cuando me dejaste llevarte a la cama, asumí que íbamos a seguir casados. —SeHun lo estudió con sus áureos ojos, pero JunMyeon se escabulló bajando sus pestañas—. Me dijiste que deseabas tener un hijo, así que no vi la necesidad de usar preservativo.

—Deberías habérmelo dicho. —renegó JunMyeon—. Porque mierda no lo hiciste SeHun.

—Deberías haberte dado cuenta tú mismo conejito. Si no te percataste, es que soy bueno de verdad. —SeHun le lanzó una mirada juguetona que resultó tan física como una caricia, pues hizo que el corazón de JunMyeon empezara a latir con brío—. Era la primera vez que hacía el amor sin preservativo... Tengo que confesar que me gustó. Me gustó muchísimo.

JunMyeon todavía estaba en estado de shock por la confesión que SeHun le acababa de hacer. Un sentimiento de culpa le ardía en la boca del estómago.

—No, No es tan fácil quedarse embarazado, los donceles no tenemos tan alta la fertilidad, ya lo sabes... —musitó JunMyeon mientras intentaba evitar la mirada de su esposo.

—No. No lo sé. Admito que soy bastante ignorante a ese respecto...

—Es muy improbable que ocurra punto final. —JunMyeon estaba indignado por la actitud mundana y burlona con el que SeHun estaba tratándolo.

—Dame un mes. —oferto SeHun con orgullo—. Cuando me propongo un objetivo, siempre lo llevo a cabo.

Molesto y furioso por ese comentario, JunMyeon intentó callar a SeHun con una afirmación mucho más tajante:

—Estoy absolutamente seguro de que no estoy embarazado. —le dijo JunMyeon, creyendo sinceramente que en un par de días como mucho compraría la prueba le daría la razón.

—Qué lástima. Entonces, por el momento, me conformaré con que uses un poco el sentido común y te convenzas de que ser padre soltero es una mala idea. —dijo SeHun secamente.

—Tengo una casa confortable y la pensión que mi tía puso a mi nombre para mi padre heechul y para mí. —replico JunMyeon—. Como verás no te necesito en lo mínimo.

—La pensión es muy pequeña. —ataco SeHun ofendido de lo fácil que JunMyeon planeaba echarlo de su vida—. Eso no cuenta.

—Yo no tengo gustos caros SeHun. No sé apreciar el champán tan bien como tú. Además, me pondré a trabajar. En cualquier caso, tengo dinero suficiente para criar solo a un niño. —argumentó JunMyeon.

—Las consideraciones materiales son sólo un lado de la ecuación. Las objeciones que te pongo son otras. —razono SeHun—. Un niño necesita de sus dos padres...

—Yo me las arreglé sin uno. Como muchos lo hacen.

—Hay quien diría que la ausencia de tu otro padre te dejó con una muy mala opinión acerca de los hombres. —dijo SeHun con los ojos entrecerrados—. Incluso aunque no fuera tu esposo les pondría los mismos paros a tus planes. Criar a un hijo ya es, de por sí, tarea bastante complicada para los dos padres, no digamos lo que sería para un solo padre. ¿Qué le ocurrirá si te pones enfermo? ¿Y si el niño nace con alguna discapacidad?

—Ya he pensado en esas cosas. —JunMyeon estaba muy pálido—. Me las arreglaré. He pensado mucho en esto SeHun, casi cuatro años de mi vida. Creo que tengo mucho que ofrecer. Y tú no vas a venir a darme las ínflalas de sabio cuando has pasado toda tu vida como un libertino.

SeHun dejó escapar su aliento con un suspiro. JunMyeon lo estaba humillando y le dolía. No podía hacer nada ahora para cambiar ese feo pasado que ahora lo asqueaba.

ENTRE DINASTIAS -SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora