Capitulo 1: Visitar y convidar

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Se ha dicho tanto de nosotros. Estamos en las historias de oriente y occidente. Estamos en los libros y en las canciones. Se ha sospechado de más de un rey y de más de una reina. De artistas y de sacerdotes. Caminamos entre ustedes, alardeando de ser tan eternos como el tiempo. Cuando percibes el mundo como nosotros, los significados se multiplican. Y en otros casos, se pierden. Observamos lo destructivo que es el tiempo. Pero a la vez, lo hermoso que es. Hagan caso a sus miedos. A los consejos y a las advertencias. Porque aquí estaremos nosotros. Esperando el momento indicado…

En la prestigiosa secundaria de Marsella Álvarez, un profesor daba por finalizada la clase de historia del día de hoy. Borraba el pizarrón esperando haber dado una satisfactoria explicación del tema presentado.

—Eso sería todo por hoy—dijo el profesor—. ¿Alguien tiene alguna pregunta?

Los estudiantes callaban. Pues la elocuencia a la hora de explicar del profesor Lucius vemhall no dejaba dudas. Cerraron sus cuadernos. Unos sacaron sus celulares, otros revisaban sus agendas y se preparaban para la próxima clase. Uno de los estudiantes no pudo evitar espantarse cuando revisó las redes sociales. Pues, se encontraba con las imágenes de un cadáver con orificios en su cuello en las cercanías de un parque. Las imágenes desconcertaban a los presentes, quienes dudaban de su veracidad.

—Ha de ser falso—dijo un incrédulo estudiante—. ¿Vampiros? Seres inmortales, preciosos y perfectos. Demasiado bueno para ser verdad. ¿Usted que opina profesor? ¿Alguna historia que dio origen a tales mitos?

El profesor tomo su barbilla y permaneció en silencio. Era un hombre de ojos obscuros, profundos y apagados. Fornido, Lucia una frondosa barba, líneas de expresión muy marcadas. Nariz puntiaguda, pálido al punto de poder notar sus capilares. De hombros anchos y cabeza rapada. Vestía una gabardina color crema junto a  unos pantalones de tela. Ya con las palabras en la mente, procedía a responder la pregunta del curioso estudiante.

—El Asanbosam es una criatura vampírica del folklore del pueblo Ashanti en África occidental—dijo el profesor mientras dibujaba un boceto de la criatura en una hoja de papel—. Tenía colmillos y garras de hierro y se colgaba de las ramas de los árboles para atrapar a sus víctimas.

» Quizás cada pueblo aportó a la mitificación de éstos seres hasta tener la imagen de hoy en día. Y tienes razón, quizás lo único eterno, es la verdad de que nada es eterno. Aunque, no descartemos que sea un ignorante que no sabe de lo que habla.

Los estudiantes estaban sumidos en la explicación del profesor. Hasta que, los graznidos  de decenas de cuervos posados en el tendido eléctrico los distrajeron. El aula de clases se encontraba en el segundo piso del plantel. Tenía una ventana que permitía ver las calles. Los cuervos parecían hipnotizados por algo o por alguien. El cielo nublado, los cuervos y el obscuro salón daban una tétrica imagen. El profesor se levantó de su asiento para retirarse, dejando atrás el retrato.

Como animales nocturnos, los vampiros salían a cazar en la penumbra de la noche. Aprovechaban las sombras, que les permitían esconder sus siluetas en cada violenta jornada. Aunque no todos trataban de pasar desapercibidos. Existen aquellos que quieren ser conocidos dejando atrás macabros escenarios.

Para cualquier Vampiro es prioridad no existir a los ojos más observadores. Pero, otros desbordaban su vanidad ante cientos de testigos. Cómo Ludovic simon. Antes de salir de su departamento, contempló una galería de billetes maltratados por el tiempo. Cientos de años en monedas embellecen más  a un ya lujoso hogar.

Llevaba puesto su mejor traje. Dejaba mechones de su cabello castaño a ambos lados de su rostro a la altura de los pómulos. Su cuerpo era esbelto y tonificado. Pálido, de ojos marrones y mandíbula marcada.  Conducía un descapotable, tras unos minutos de viaje llegaba a un casino donde personas apostaban sus bienes embriagados por el alcohol y por la avaricia. Nunca tomaba, nunca comía, solo se limitaba a aumentar su fortuna rodeado de magnates y bellas mujeres.

—Eso es todo—dijo Ludovic guardando fajos de billetes en sus bolsillos—. La suerte es una perra, fácil llega, solo hay que esperar. Facil se va, no se queda por mucho tiempo.

Salía del casino triunfante bajo las miradas de frustrados jugadores. Antes de ponerse en marcha de vuelta a casa, encendió un cigarro mientras se reclinaba en el asiento. Exhalaba el humo y cerraba los ojos disfrutando del momento. El vampiro frunció el ceño cuando las luces del auto dejaron ver a un viejo conocido.

—Maldición— susurró el vampiro mientras apretaba el volante.

—Acompáñame— dijo el hombre.

Ambos subieron al tejado del edificio. Ludovic, impaciente, apresuró su cigarro. Al terminarlo, observó al hombre que revisaba su móvil al borde del edificio. Llevaba puesto un sombrero negro dejando un largo cabello obscuro al descubierto. Vestía una gabardina negra que combinaba con sus pantalones. Tenía ojos obscuros, mandíbula marcada, pómulos que sobresalían y nariz puntiaguda. Dirigió su mirada hacia Ludovic y le mostró la pantalla de su celular. Mostrando las imágenes.

—¿Fuiste tú? —cuestionó el joven.

—¿Yo? No estoy dispuesto a escuchar sermones acerca de la gula y el autocontrol de parte Lucius. Obedecí todas las reglas al pie de la letra.

—Perdóname por dudar. Pero solo podía sospechar de alguien tan extravagante cómo tú.

—Por cierto, Chester. ¿Desde cuándo trabajas para Lucius?

—Trabajo con Lucius, no para el.  Es un potencial socio. Además, es mejor estar con el que contra el.

—¿Tienes miedo?

—A menudo se confunde el miedo con el sentido común. Si seguimos así, se le considerara cobarde a cualquier ser razonable que se niegue a saltar desde un precipicio. Soy alguien que siempre hace lo que es mejor para los negocios.

—Como digas—dijo Ludovic dándole la espalda —. ¿Algo más?

—Si, es probable que alguien muy indeseable para ti este a punto de entrar a trabajar con nosotros.

—Te escucho…

En  una habitación poco iluminada, otro Vampiro contemplaba el cuerpo semidesnudo de una joven belleza. Mientras que una visita inesperada observaba desde el fondo de la habitación.

—¿Qué quiere, Lucius?—preguntó el vampiro.

—Estoy aquí para hacer un trato— dijo Lucius mientras ojeaba la habitación—. Supongo que sabes de las imágenes que se viralizaron está semana.

—¿Crees que fui yo?

—No, para nada. No estaríamos conversando de esta manera si hubiese sospechado de ti. Vine para hablarte de un convenio entre seres cómo tu y como yo. Necesitamos orden, antes de que el mundo sepa de nosotros. Vampiros irresponsables crean patrones que, tarde o temprano,  provocarán nuestra captura. La caza indiscriminada traerá consecuencias. Nos podremos ayudar entre nosotros en lo que se necesite.

—¿Piensas concentrar a todos los vampiros de la ciudad en un solo grupo? Que ambicioso.

—Se que algo así es imposible. Aquellos que se nieguen serán eliminados.

—En otras palabras no tengo opción...

La conversación se interrumpe cuando se percatan de que la mujer se ha levantado. Intentaba expresar calma, cómo si no hubiera escuchado la conversación entre, lo que ella consideraba, dos monstruos. Pero su respiración acelerada y el temblor de su cuerpo la delataban. En un intento desesperado, corrió en dirección hacia la puerta temiendo ser la próxima víctima.

En una rápida reacción de parte de Lucius, corrió desde un extremo a otro la habitación en un pestañeo gracias a sus habilidades potenciadas, poniéndose entre la puerta y la mujer. El profesor inclino la cabeza a la altura del rostro de la chica. Para después, mostrar ojos color carmesí que aparentaban reflejar el mismo infierno.

La desafortunada chica quedó pasmada. Ya no pensaba en escapar. Solo quería olvidar aquellos ojos. Lucius camina unos pasos más, para quedar entré ella y el segundo vampiro.

—Limpia este desastre, Lailand— dijo Lucius mientras veía de reojo a la chica.

Lailand  mostraba los característicos colmillos de los vampiros Y embestía a la chica para después  deslizar sus colmillos en su cuello. La chica no mostraba reacción alguna, a pesar de que poco a poco, le arrancaban la vida. Tras unos segundos, la mujer perdía el conocimiento. Más no llegaba a caer al suelo, pues Lailand no la soltaba.

Como un depredador y su presa, Lailand mantenía suspendida a su antigua amante solo con sus fauces.

—Bien, vamos. Debemos reunirnos con los demás. Es hora de una evaluación

Lailand era un chico alto, de cabello negro hasta las orejas, mandíbula y nariz puntiaguda. Ojos marrones y cuerpo tonificado.vestia una chaqueta con franjas blancas,jeans negros y botas marrones.

Los vampiros caminaron por horas en un camino llamado el sendero del campesino. Se abrían paso sin dificultad entre la espesa vegetación. Aquel sendero era un lugar por dónde nadie desearía caminar a altas horas de la noche. Pero, para tales criaturas, hasta era un ameno viaje. Después de tan largo recorrido, llegaron a una pequeña cabaña que parecía ser devorada por la selva. Los pasos hacían rechinar el piso de madera vieja. Las manchas de humedad en las paredes asqueaban a cualquiera. Solo unas cuantas velas iluminaban la lúgubre sala.

—Llegaron—dijo Chester después de suspirar en señal de agotamiento.

—¡Chester!—dijo Lailand mientras mostraba su sorpresa con las expresiones de su rostro—. Supongo que detrás de esto está un excelente trueque.

—Bueno, está vez no me interesa ganar algo. Si no, perder lo menos posible…

Chester notaba que algo no andaba bien. Pues Lailand ,incrédulo, miraba fijamente a un punto de la cabaña. Bajo la tenue luz de luna que apenas lograba pasar por la única ventana del lugar, se encontraba Ludovic, con una sonrisa burlona.

—Volvemos a lo mismo. ¿No es así?—preguntó Ludovic mientras reía y se acercaba a Lailand.

—No terminara ahora—afirmaba Lailand mientras apretaba los puños—. Pues tenemos una eternidad  para resolver las cosas.

—Estoy de acuerdo —dijo Ludovic preparándose para atacar.

Antes de que algo ocurriese, Chester se puso entre ellos.

—Tranquilos, no es momento para estas cosas—dijo Chester mientras reía nerviosamente.

—No, déjalos—ordenó Lucius—. Veamos de que son capaces.

Chester no estaba de acuerdo, más no podía desobedecer. En cuanto se apartó del medio, ambos Vampiros rivales limaron asperezas con un frenético intercambio de golpes apenas entendibles por la velocidad de estos. Lucius contemplaba tales habilidades, convenciéndose de que serán muy útiles en un futuro.

En los momentos finales del combate, Ludovic logra elevarse para conectar una patada en el rostro de su contrincante. Este cae al suelo, Lailand respondía con una patada al ras de la lona que desestabiliza a Ludovic. Sin embargo, logra hacer una voltereta hacia atrás evitando caer de espalda. Ambos se reincorporan y preparan los siguientes Ataques. Hasta que…

—Ya vi suficiente— dijo Lucius—. Tienen una prueba que cumplir.

Los rivales se alejaron uno del otro. Sabiendo que no será la última vez que se enfrenten.

—Este es el objetivo —dijo Lucius mostrando una foto.

Se trataba  de un desafortunado estudiante que fue asesinado solo para probar las capacidades de los escogidos.

—En algún punto de esta selva está el cadáver de este chico. Presenta marcas de colmillos provocados por un vampiro. Si es encontrado antes por un humano sería un desastre...

—¡Imposible!—dijo Lailand interrumpiendo a Lucius—. Fuiste el primero que exigió discreción y ahora te arriesgas de esta manera. ¿A qué estás jugando?

—Tienen 3 horas para encontrar el cuerpo—dijo Lucius ignorando por completo los gritos de Lailand. Ahora, ¡Vayan!

Lailand miraba con enojo a Lucius. No entendía que es lo que está pasando. En cambio los otros dos vampiros piensan obedecer sin objetar.

Como una jauría, los 3 Vampiros salían disparados de la cabaña, trataban de percibir el olor a descomposición característico de los cadáveres. Viajaban de árbol en árbol rivalizando con la velocidad del viento.  Las pistas eran engañosas. Pues revelaban el paradero de todo cuerpo putrefacto exceptuando el que buscaban. Así fue por una hora, hasta que dieron con el presunto objetivo. Se acercaban para tomar el cadáver. De la nada, un misterioso hombre aparecía entre el verdor de la selva, encendiendo todas las alarmas.

—¿Quién rayos eres tú?—preguntó Ludovic—. ¿Acaso eres uno de nosotros?

Se trataba de un hombre delgado, cabello castaño y largo,peinado hacia atrás. Ojos verdes, mandíbula puntiaguda y barba corta sin bigote.

—Soy Francois—dijo el misterioso hombre mientras se acercaba—. Y me encargaron que les enseñara que, en este mundo, deben estar preparados para las sorpresas.

Francois se preparó para atacar bajo las miradas desconcertadas de los demás vampiros. Pues no fueron informados.

De cualquier forma, Estaban dispuestos a luchar. Aunque tengan la ventaja numérica no sé sentían seguros. Pues, si aquel Vampiro se atrevía a enfrentarlos solo, es por algo.

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⏰ Última actualización: Mar 09, 2023 ⏰

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