¿Qué sucede cuando la mismísima Muerte se encuentra inesperadamente enamorada de la vida que debe llevarse? En un mundo donde lo inevitable no puede ser pospuesto, Taehyung se ve atrapado en un dilema insólito. Cuando se le encomienda la tarea de ll...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Se encontraba en tal estado de estupefacción que le resultaba imposible articular palabra alguna. Ahora comprendía que no debió subestimar la experiencia de presenciar la apariencia de La Muerte. Tal vez, si hubiera anticipado mentalmente la impactante belleza de Vante, habría estado mejor preparado para lidiar con ello. Incluso la necesidad de ocultarse bajo la túnica le parecía un insulto hacia aquel chico, un ser que merecía ser mostrado al mundo con orgullo.
Jungkook parpadeó varias veces y, visiblemente asombrado, finalmente se aventuró a preguntar después de un prolongado silencio. — ¿Todas las muertes son así de atractivas? —Si alguien le hubiera dicho que estaba a punto de babear, sin duda lo habría creído.
Vante mostraba en su rostro un evidente desconcierto, primero debido a la reacción inesperada de Jungkook, que resultaba igual de confusa que los sentimientos que revoloteaban en su pecho. Pero lo que realmente lo sorprendió fue escuchar la pregunta que salió de los labios del menor. Las mejillas pálidas de Vante se tiñeron de un hermoso tono carmesí en un instante, lo cual no pasó desapercibido por Jungkook.
Era una vista fascinante.
—Solo estás exagerando —respondió Vante, tratando de aparentar desinterés a pesar de que su corazón daba saltos en su pecho.
—¡No! —gritó Jeon, haciendo que Vante diera un respingo cuando hizo el amago de volver a cubrirse con la capucha de la túnica—. Por favor, déjame verte más —pidió, provocando que los ojos del azabache se abrieran ampliamente ante tal solicitud.
Jungkook se aproximó aún más, extendiendo su mano hacia el rostro del otro, repitiendo la acción de acariciarle como lo había hecho antes. Sin embargo, esta vez, la sensación de tocar la piel ajena y poder contemplarlo lo llenaba de emoción.
Comenzó acariciando las mejillas del contrario, sintiéndolas suaves y delicadas. Sus dedos descendieron hasta los labios, delineándolos con cuidado. Se detuvo un instante para admirar el pequeño lunar que Vante tenía en el labio inferior, sorprendido por la fascinación que podía encontrar en un detalle tan diminuto. Notó que no era el único lunar presente en su rostro y deslizó sus dedos hacia la pequeña y perfilada nariz, donde encontró otro lunar en la punta. Se preguntó de dónde surgía la necesidad de dejar un beso justo en ese lugar. Tragó con fuerza, intentando apartar esos pensamientos, y luego se concentró en esos ojos oscuros como la noche que lo miraban fijamente. Cada vez que parpadeaban, sus pupilas resultaban cautivadoras, y las cortinas de pestañas subían y bajaban con una elegancia hermosa.
—¿No crees que es un desperdicio? —preguntó Jungkook. La Muerte frunció el ceño, visiblemente confundida.
—¿El qué?
El menor soltó una risita y deslizó sus dedos por el entrecejo del ser, suavizando las arruguitas que se habían formado.
