XIV

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No me permitió verlos de inmediato

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No me permitió verlos de inmediato. La habitación ahogaba risotadas engañosamente, pues al ingresar primero se extendía un pasillo lleno de licores detrás de una delgada barra.

Al doblar la esquina me imaginaba que estaría la mesa con todos los presentes, pues no podía verlos.

—Sírveme vino —me ordenó Jungkook antes de alejarse—, y no aparezcas hasta que te llame.

En silencio me ubiqué detrás de la barra y no supe qué clase de vino querría. Había muchas botellas de diferente clase y antigüedad.
Con la mano temblando acaricié varias que eran de Sudamérica e incluso del sur de Italia.

Entonces en mi cabeza se plasmó un momento en particular. Uno que jamás podría olvidar.

—Tengo un mal presentimiento de esto —había dicho mi padre, aflojando un poco el nudo de su corbata.

—¿De qué estás hablando? —me quejé—. Soy muy buena escogiendo vinos.

Entramos a la cava rodeada de cristales de ese supermercado y mi blanco vestido ondeó con el aire acondicionado del interior.

—No deberías serlo con dieciocho años.

—Hay muchas cosas que no sabes que he hecho —repliqué juguetona.

—Ya, Nora —sentenció caminando detrás de mí entre los barriles—, prefiero no saberlo.

—Ay, no es nada malo, solo me gusta beber —dije riendo—. Y he podido hacerlo porque me veo más grande de lo que soy.

—Eso es cierto.

Fui concisa al escoger una botella, solo regida por su antigüedad e introduciendo dos dedos en su base para ver cuán profunda era.
Esa fue la primera vez que mi papá me reprendió por mirarle el precio a las cosas, diciéndome que en su lugar, me llevara todo lo que captara mi atención.

Me hizo también ayudarle a escoger una corbata nueva y no supe porqué disfruté tanto el envolver su cuello con seda para elegir el color.

No quería ni siquiera pensarlo porque me daba vergüenza, pero sus ojos me ponían muy nerviosa, me hacían sentir indefensa.
Demasiado quizás para ser considerado normal, así que el resto de esa tarde no dejé de repetir el mantra: 'Es mi papá, es mi papá'.

Los guardaespaldas de él siempre nos acompañaban a una distancia prudente. Atentos al entorno y a todo aquel que se nos quedara mirando por mucho tiempo.

Mi mamá me había comentado a qué se dedicaba mi padre, muy por encima, pero con el pasar de los años y todas mis regalías a distancia se fue haciendo mucho más que obvio. Nunca temí, lo único que hacía era causarme una enorme intriga.

—La noche está preciosa, no me dan ganas de volver a casa —comenté cuando estuve junto a él en su Bugatti. Bajé la ventana y recibí la agradable brisa—. ¿Tienes que seguir trabajando cuando llegues?

La Mia Ragazza | J.JK - P.JM [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora