Me quiero morir y no sentir nada. Quiero ver mi cuerpo en llamas, quemando en él todas las oportunidades que dejé pasar, los errores que cometí y todos los nombres por los cuales alguna vez me llamaron. No es que quiera arder ni sentir agonía. El ardor y la agonía son dos diablillos que ya bailan a mi lado. Quiero materializar esa hoguera interna en algo resplandeciente y darle un propósito a la descomposición interna. Me veo al espejo y me enoja ver al enmascarado que finge no ser lumbre y ceniza. Quiero quemarme y no doler más, quiero tener la libertad de no volver a sentir.