Vías alternas
1
Después de la violenta turbulencia, a aquella relación fragmentada le siguió un periodo de sospechosa paz. Donghae se refugiaba en el trabajo para excusarse con Taeyang. Se había inventado un nuevo proyecto del que era jefe y que absorbía la totalidad de su tiempo. En realidad, esas pocas horas libres al día las usaba para pasar el rato con Hyukjae, casi siempre en su casa, esa con plantas en el alfeizar de la ventana y potente olor a pintura. Como era costumbre, le gustaba más estar ahí que en su propio departamento. Era una trinchera segura que los mantenía lejos de las guerras que corrían afuera. Podía perderse horas viendo a Hyukjae pintar, embebido en el hipnótico movimiento de su pincel contra el lienzo.
Ambos ignoraron a ese dinosaurio de sospechas y culpas que vivía entre ellos. Donghae se había reunido con Yeonshi un par de veces más, nunca afuera y en plan de amigos, pero nada de eso importaba porque pronto sería su esposa. Las cabecillas de las familias (su padre y el de ella) acordaron la unión para el día 25 de noviembre. No faltaba casi nada y Donghae estaba vuelto loco intentado encontrar más mentiras y excusas en su repertorio. Decirle la verdad a Hyukjae ya no era una opción. Tenía planeado casarse con Yeonshi y continuar su vida tal cual la conocía al lado de Hyukjae. Él no pensaba, por supuesto, que la palabra “amante” pudiera calzarle a su novio. Era una idea tan ridícula que ni siquiera figuraba en su mente.
Ahora, cerca de la media noche, Donghae sabía que hacía horas debió irse a su departamento, pero le gustaba la textura del sillón de terciopelo contra su piel y la forma en que Hyukjae tocaba con su lengua la parte superior de su labio, concentrado en replicar lo mejor posible la belleza de su novio sobre el papel.
Era como una regresión, o al menos se sentía parecido. Su mente cansada de problemas se aferraba a los recuerdos de la primera etapa de su relación. Sin embargo, se trataba de una actuación. El telón caería… y sería estrepitoso.
Donghae pensaba en ello, muy en el fondo lo sabía y se decidía a bloquearlo. No es que fuera tonto, simplemente a veces ignorar ciertas cosas nos da el valor para enfrentarlas después, o al menos eso quería creer.
—Bien, creo que he terminado. Ven a ver —le dijo Hyukjae cortando el mutismo. Todo estaba tan en silencio que su voz rebotó en las paredes y sobresaltó a Donghae.
El castaño se levantó sintiendo sus huesos crujir en desacuerdo. Ni siquiera tenía idea de cuánto tiempo había estado en ese pequeño sillón. Caminó hacia Hyukjae y se posó detrás de él para descansar el mentón sobre su hombro y echarle un vistazo al dibujo. Efectivamente era hermoso, y retrataba a la perfección ese paño de melancolía siempre presente en sus ojos.
—Me gusta mucho —concluyó Donghae con una pequeña sonrisa. Hyukjae giró un poco el rostro para encontrárselo de frente y le dio un beso ligero en la comisura del labio.
—Entonces lo mandaré a enmarcar y te lo daré.
—¿No sería un poco raro tener un cuadro de mí mismo?
—Nah —respondió Hyukjae, levantándose para empezar a guardar su material de trabajo—. Todos los hombres importantes que tienen un departamento tan elegante como el tuyo deben conseguirse un retrato para colocar en el living —bromeó. Donghae rio hasta que recordó algo.
—Oye, sobre eso…
—¿Sí?
—Creo que voy a mudarme.
Hyukjae detuvo la tarea que efectuaba en cuanto escuchó esas palabras. No parecía molesto, sino confundido.
—¿Por qué? Pensé que te gustaba tu edificio.
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•Aquello que pudimos ser [Eunhae]•
FanfictionÉsta es la historia que va acerca del peso de la perfección, de una sonrisa atrevida, de un chico insolente y otro harto de su vida. Ésta es la historia de poemas que no se recitan; de palabras clave que se ahogan en la garganta antes de haber sido...