Se me olvidó otra vez

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A todos nos rompieron el corazón alguna vez ¿No? Y como no podía ser la excepción, una de las protagonistas de esta historia tenía el corazón partido desde algunas semanas atrás.

Fernanda tenía veintiseis años, la vida le sonreía, tenía su carrera como profesora de música y en sus tiempos libres cantaba en bares y fiestas, tenía una casa, un gato y hasta apenas un mes atrás una mujer que decía amarla tanto como ella lo hacía pero a veces el amor no dura para siempre.

La castaña claro un día se despertó, la miro y solo le dijo que no la quería más, Fer intento hacer algo para impedir que la dejara pero no sirvió, estuvo algunos días con la idea fija de volver a enamorarla, le mandó flores y dulces a casa, le mando a cantar serenatas, entre muchas otras cosas pero no hubo caso, aquella mujer ya tenía alguien con quien compartir su vida.

Y como es sabido, las mujeres también tenemos nuestra dignidad y Alejandra(su mejor amiga) le hizo ver qué se estaba dejando pisotear por alguien que no valía la pena pero bueno, todas tenemos nuestra dignidad hasta que se mezclan un par de copas y una noche de debilidad ¿qué es lo peor que puede pasar? Se pregunto Ale al llevar a su amiga a un bar para ahogar la ruptura en un par de tequilas, en ese momento la idea no le pareció descabellada pero cuando al salir del bar con una Fernanda un poquito pasada de copas se toparon con un grupo de mariachis que estaban por empezar la ronda de la noche todo se fue al carajo, principalmente la dignidad de su amiga.

Ale hizo todo lo humanamente posible para llevarse a la mujer del lugar pero nada iba a sacarle de la cabeza el llevarle una serenata no muy romántica a su ex y así fue cómo ambas mujeres terminaron paradas en medio de la calle, frente a la ventana de un departamento que no le era familia a Ale pero como ella no sabía dónde vivía la susodicha tampoco le prestó mucha atención solo se quedó sentada en el cordón de enfrente esperando que el papelón terminase.

Habían dado tres serenatas casi en lo que iba de la noche porque si, Fer se había sumado al grupo como una más de ellos (eran cinco hombres y a veces los acompañaba una mujer por lo que le consiguieron hasta ropa de mariachis) y en cada parada cantaba como una rocola cosa que sorprendió a su amiga ya que ni sobria se acordaba de todas las letras de las canciones.
Esa era la cuarta casa y su destino final por suerte porque si se le ocurría algo más estaba dispuesta a llevarla a rastras de ser necesario a su casa.

-Fer:-mira la ventana del primer piso con la botella que le dio el que tocaba la guitarra- Vamos muchachos!-dio la orden de empezar-
Probablemente ya
De mí te has olvidado
Y mientras tanto yo
Te seguiré esperando

No me he querido ir
Para ver si algún día
Que tú quieras volver
Me encuentres todavía-

Entonó las dos primeras estrofas de la canción y Alejandra se golpeó la frente con la mano al darse cuenta de la rola que había elegido, al paso que iba esto terminaría con ambas presas por disturbios en la vía pública, su amiga con una cachetada en el rostro o huyendo con Fer borracha y corriendo por las calles de México y la verdad, no tenía ganas de vivir ninguna de las tres opciones.

La morocha por su parte festejó junto al grupo de mariachis cuando la ventana se iluminó levemente con lo que parecía la luz de una lámpara de noche, la habían despertado y pronto saldría.

Adentro de la casa, una rubia muy tranquilamente dormida abrió los ojos sin entender mucho el escándalo que se escuchaba cerca de su ventana, le recordó a la vez que el novio de su hermana mayor le llevó serenata a esta para pedirle matrimonio y se volvió a acomodar en la cama para seguir durmiendo, al otro día seguro las vecinas chusmas de enfrente le contarían quien era la nueva prometida de la cuadra.
Lista para seguir con su lindo y tranquilo sueño cerró los ojos y se abrazo a su peluche de Igor que tantas noches la acompaño pero la segunda estrofa sonó más cerca de lo que imagino y pudo reconocer la canción sin dificultad, definitivamente quien estuviera recibiendo esa serenata no iba a casarse pronto.
La puerta de su habitación se abrió de golpe, era su hermana menor que venía apurada a su encuentro asustandola.

Un toque de locura (MayFer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora