Come... No! Eso no!

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Ambientado en Minecraft Extremo

La luna llena estaba en la mitad del cielo, pintando de un blanco resplandeciente, el oscuro azul que reinaba en la noche, el sonido de los insectos por el bosque se hacían presentes y a causa de la lluvia que había ocurrido en la tarde la tierra y madera húmeda daban un olor realmente agradable. 

Una caminata nocturna después de una lluvia era algo tranquilizador a ojos de los demás, te permitía despejar tu mente y relajarte por un rato, al menos así lo veía Roier. 

En la cima de una montaña se encontraba un castaño comiendo una manzana, acostado mientras veía con tranquilidad la lenta forma en la que la luna se desplazaba por el cielo dando continuidad al tiempo y recordándole que la noche no era eterna, en algún momento la bella luna, tan majestuosa cómo solo ella es, desaparecería para darle su protagonismo al resplandeciente sol. 

Roier suspiró cuando la bella luna ya iba a más de la mitad de su camino, eso significaba que pronto se tendría que bajar de esa montaña para ir a su casa y comenzar a trabajar, Aldo le había pedido ayuda con su huerto y no iba a declinar de último momento. 

Un mensaje en el chat se hizo ver, pausó su atención a la luna y las estrellas para enfocar su atención a su comunicador y ver lo que habían dicho tan tarde.

"Rubius: alguien ha visto a Spreen? Salió en la tarde y no ha llegado :(" 
"JuanSGuarnizo: seguro anda minando y se le fue la noción del tiempo, tu tranqui" 

Roier dejó su comunicador de lado y siguió mirando a la luna, pero aunque sus ojos estuvieran en esta, sus pensamientos viajaron en bote a un mar de pensamientos alejados de la realidad. 

Spreen, Spreen, Spreen, Spreen, Spreen, Spreen.

Ese nombre tenía días repitiéndose en su mente una y otra y otra vez, no había un solo minuto en el que su mente no le proyectara la imagen del rostro chico. Escuchaba su voz en sus momentos de soledad y sentía el fantasma de sus grandes y fuertes manos sobre su cuerpo. 

Una forma retórica de decir que recuerda su puño estrellarse contra su mejilla. 

Roier sentía que algo andaba mal con él, el día que conoció a Spreen fue de una forma particular, Roier recuerda que estaba caminando a la mitad de un campo cuando lo vio pelear con cinco arañas y vencerlas él solo sin mostrar ningún tipo de debilidad, una emoción que no había sentido antes hizo que se acercara a él y sin siquiera pedirle su nombre, lo invitó a una pelea. 

Spreen en ese momento estuvo confundido de que llegara un tipo de la nada pidiendo una pelea, pero al ver bien el rostro del chico, lo reconoció y sonrió de lado aceptándola, obviamente ganó, pero aun así le llamó la atención la valentía con la que Roier se había acercado a él, valentía o estupidez, llámalo como quieras, el punto es que le gustó. 

Y la sonrisa engreída que Spreen le dió a Roier cuando le ganó no ha salido de la mente del castaño, recuerda perfectamente como esa sonrisa lo miraba con superioridad y egocentrismo, haciéndolo sentir que no valía nada ante él, haciéndolo sentir que no era nada a comparación de Spreen. 

Y joder, le gustó. 

La culpa hacia sus pecaminosos pensamientos lo llevan persiguiendo desde que estos comenzaron a ser cada vez más frecuentes. 

Después de ese día, Roier había tenido un par de pláticas e interacciones con el chico, se llegó a enterar por Rubius que al igual que él, Spreen era un híbrido de oso, más específico un oso pardo. Roier al ver las mejillas rojas del chico ante la mención de su raza, comenzó a dar mil y un halagos al chico. 

Amarrame || SPROIER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora