🪶CAPÍTULO 10: El último ataque🪶

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Rayos en tonalidad naranja atravesaban las grietas de aquel cuartel en ruinas, anunciando que la noche se aproximaba.

José levantó la vista de los papeles, al percibir un sonido provenir de lo que alguna vez fue el comedor. Se quedó quieto, en espera de un nuevo sonido, pero todo se había sumido de nuevo en un silencio inquietante.

Regreso de nuevo la mirada a las carpetas frente a él. Marco le había dicho que solo llevara los documentos más importantes, por lo que se había visto obligado a revisar cada una de las carpetas.

Cuando la fila de carpetas se redujo a cinco, las metió a su mochila y camino a la salida del cuartel en ruinas, que desprendía una atmosfera misteriosa, pero a la vez trágica, que con el pasar del tiempo formaría historia, como el cuartel que no logro tener sobrevivientes.

Todos se preguntaban hasta ahora que había pasado aquella noche, por qué nadie se dio cuenta de que estaba siendo atacado hasta el día siguiente, cuando todo había quedado reducido en ruinas, cenizas y cuerpos sin vida.

Mientras avanzaba por el pasillo, piso una muñeca, la cual comenzó a decir esos diálogos tan característicos que tenían. Apartando su pie, se percató que esta estaba decapitada, y en su vestido blanco se podía ver una mano marcada con sangre.

La aparto de su camino con el pie cuidadosamente, para evitar que volviera hacer ruido y capturara la atención de algún oscuro o bestia que deambulara por el área.

Al salir de aquel lugar sintió relajarse, los lugares en ruinas, especialmente los cuarteles, lo ponían tenso, debido a que no dejaba de pensar en cuantas muertes ocultaba aquel lugar, o cuantas almas se encontraban penando.

Antes de adentrarse al bosque, miro por última vez el cuartel, que tenían encima de la puerta principal el número sesenta y cuatro. Apartando la vista, siguió su camino.

Más los recuerdos de su pasado lo atormentaban, impidiéndole tener un viaje de regreso más tranquilo.

Recordaba aquel día, como si hubiera sido ayer, la habitación en donde solía jugar u ocultarse cuando hacía algo malo y sabía que sus padres los castigaría, de cómo está después se convirtió en la habitación de su hermana de tres años cuando decidió irse a estudiar a la ciudad de luz para convertirse en un guerrero.

La imagen de la cuna de su hermana en el centro de la habitación apareció abruptamente, la sangre manchando las sábanas rosas, su madre tirada a lado con los ojos abierto y el cuello cortado, su padre en una esquina decapitado. Siempre se había arrepentido por haberles abandonado, porque tal vez si ese día hubiera estado en casa ellos estarían vivos, o al menos hubiera hecho el intento de protegerles, vivir con eso sería mejor que con la idea de haberles dejado desprotegido.

Ya habían pasado dos años después de aquel terrible suceso, y aún seguía preguntándose qué había pasado con su hermana, al no ser encontrado su cuerpo, más la sangre en la cuna delataba que quizá haya muerto, posiblemente devorada por algún demonio, pero era una teoría a la que no le daba mucho crédito.

Recordó los ojos azules de su hermana, que lo seguían por toda la casa, su cabello rizado que la hacía lucir como una muñeca, esa risa que llenaba la casa de alegría. Se recargó en un árbol y cerró los ojos con fuerza al imaginar su llanto en ese momento, aterrada ante la situación, a su madre gritando por ayuda, su padre luchando por proteger a ambas.

Intento tranquilizarse, pero le era imposible al revivir aquel día en su mente, de cómo fueron llamados para ir a la aldea en busca de sobrevivientes, y descubrir el cuerpo de sus padres como víctimas de aquel ataque. Fue un hecho tan traumatizante que aún le provocaba pesadillas.

Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora