𝐂𝐡𝐚 𝐈 𝐩𝐭𝐞𝐫

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El peso de su cuerpo lo hizo flaquear, quedando sentado en medio de la arena, con su mirada apreciando como las cenizas de su contrincante, Poseidón, vuelan al cielo con un fuerte viento

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El peso de su cuerpo lo hizo flaquear, quedando sentado en medio de la arena, con su mirada apreciando como las cenizas de su contrincante, Poseidón, vuelan al cielo con un fuerte viento. Las catanas, que reposaban a su lado, brillaron intensamente, transfigurándose a una figura femenina.

Hrist, un poco aturdida, inclina la cabeza hacia el nipón, esbozando una sonrisa al ver la calma en el rostro magullado.

-¿Necesitas ayuda? -preguntó, extendiéndole la mano. Kojiro mira la mano, aceptando la ayuda entre un largo suspiro.

-Vayamos a comer. Me muero de hambre.

Comenta el canoso, sintiendo su estómago rugir. Hrist asevera su ceño.

-Iremos apenas estés recuperado.

-¿Eh? ¿Por qué?

-Porque estás desangrándote. -dijo lo obvio, cargando todo el peso del cuerpo ajeno.

Sasaki opta por no replicar. Sus ojos pasean por la arena, hallando escombros y los pedazos del tridente de Poseidón. Parte del mango está frente a ellos, con ligeros rastros de sangre del dios, aunque esto no llamó la atención del canoso, ya que, mientras me acercaba, notaba algo oculto en el interior del mango.

Estando a sus pies, se suelta del agarre de la valquiria, agachándose dificultosamente para tomar el pedazo del tridente.

-¿Uhm? -murmura la de cabellera morada, agachándose para estar a la altura del nipón- ¿Qué pasa, Sasaki?

El mencionado no le responde. Saca el contenido del mango, viendo que era un pergamino. No lo abrió, pero si le mostró su hallazgo a la valquiria, quien le recomendó abrir el pergamino estando en la enfermería. Kojiro aceptó.

Alzó la cabeza en dirección de los espectadores, dedicando una sonrisa. El lado de la humanidad seguía en gozo, opacando la pena y estupefacción de los dioses. Sus rostros son sombríos, algunos pavorosos y deprimidos.

La muerte de Poseidón cabreó a más de uno. Hermes y Ares seguían sin despegar la vista de la arena, mirando con repudio al ganador de la tercera ronda. Ambos coincidieron: sus ganas de destruir al humano que asesinó a su tío son compartidas entre ellos. Aunque no eran los únicos. Zeus, aun recuperándose de las heridas, se percata cómo el agua que rodea la arena, incluso la que yace en su vaso se muestra turbulenta.

El océano llora la pérdida del dios. El padre del cosmos, al ver esto, supo que la tierra está en peligro. Solo es cuestión de tiempo para que todo empeore, y, así, se desencadene una gran catástrofe.
Por un lado ríe ante la idea; su hermano se ha ido, y lo que una vez cuidó y protegió busca desquitar su pena contra los seres que aborrecía el dios.

No era secreto las consecuencias que podían impactar a la tierra ante la muerte de un Dios. Pero ya no importa. Poseidón murió, y los que pagarán son los humanos. Por esa simple razón era que nunca se tocó el tema del Ragnarok.

𝙐𝙣 𝙪𝙡𝙩𝙞𝙢𝙤 𝙧𝙚𝙘𝙪𝙚𝙧𝙙𝙤 ; 𝘗𝘰𝘴𝘦𝘪𝘥𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora