XV

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El helicóptero de SeHun aterrizó a las siete.

Mientras el corazón le latía con fuerza, JunMyeon observó cómo SeHun se dirigía hacia él. Después de dos noches sin dormir, JunMyeon no estaba preparado para resistirse al atractivo físico de SeHun. No sonreía: sus facciones esbeltas y bronceadas hacían gala de una inusitada seriedad. Eso sobrecogió a JunMyeon. Un escalofrío le recorrió el cuerpo.

—¿Quieres un café? —ofreció JunMyeon.

—No, gracias. Sólo puedo quedarme media hora. Tengo que estar en Busan a primera hora de la tarde. —dijo SeHun mientras miraba cómo la camisa rosa de JunMyeon contorneaba la excitante curva de sus pezones, al instante, SeHun borró esa imagen de su mente al notar cómo su cuerpo reaccionaba con inesperado entusiasmo. No volvió a mirar a JunMyeon hasta que se sintió más frío que el hielo.

—Bien... a ver... deberías echar un vistazo a esto... —JunMyeon le entregó el aviso de expropiación y empezó a hablar rápidamente sobre lo que el notario le había dicho el día anterior.

—Ya me explicaste ayer la situación.

—No entiendo cómo mi propio abuelo es capaz de hacerme esto. —confesó JunMyeon infeliz.

—Sooman es un mal perdedor... Puesto que yo también lo soy, creo que no sería justo por mi parte criticarle. —anuncio SeHun con frialdad.

—¡Pero tú eres incapaz de comportarte de un modo tan malvado y cruel! —susurro JunMyeon y se sorprendió con la mirada de SeHun, tan oscura y fría como el cielo de medianoche.

—Pensemos en esto como si fuera una transacción comercial. —sugirió SeHun.

—El banco no quiere darme un préstamo. —JunMyeon enrojeció y aceptó los papeles que SeHun le devolvía.

—Por supuesto que no. Tan sólo el hecho de que hayas sido tú el que ha acudido a ellos, en lugar de hacerlo yo, les habrá causado muy mala impresión. —detallo SeHun.

—Sí. Capté ese mensaje. —JunMyeon emitió un suspiro—. Parece que incluso mi notario asumía que no tendría ningún problema a la hora de comprar la casa.

—Lo cual habrías podido hacer perfectamente si hubieras aceptado la pensión que intenté darte...

—Pero yo no quiero que me des dinero SeHun. —puntualizó apresuradamente JunMyeon—. No estaría bien. Tan sólo quiero que me lo prestes.:.

—Dijiste que la granja ha sido puesta en venta por setecientos mil dólares. —repitió SeHun con actitud calculadora—. Nadie que tenga los pies en la tierra te dará un préstamo que no puedes devolver...

—Si me das el tiempo suficiente...

—No. —lo interrumpió SeHun sin titubear siquiera—. No voy a prestártelo.

Asombrado, puesto que en el pasado SeHun lo había ayudado económicamente con bastante frecuencia y generosidad, JunMyeon frunció el ceño y le preguntó:

—Entonces... ¿qué vas a hacer?

—Esto me resulta muy doloroso conejito. —le dijo SeHun secamente—. Pero seré franco. A no ser que aceptes seguir siendo mi esposo, no haré nada por ti.

—No querrás decir que... —JunMyeon lo miró con fijeza.

—Por eso no quiero criticar a Sooman... ambos somos de ese tipo de hombres enérgicos que saben lo que quieren y que no se toman el fracaso demasiado bien. —aseguro SeHun.

—SeHun... tú no eres como mi abuelo. —intento razonar JunMyeon—. Tú ere...

—Estoy dispuesto a presionarte y a usar la coacción para obligarte a hacer lo que deseo. —señalo SeHun claramente.

ENTRE DINASTIAS -SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora